Cuando nos toman por tontos

por Rafael L. Bardají, 21 de abril de 2022

A veces me pregunto si el criterio para medrar en nuestras élites es la sinvergonzonería y el descaro. Pedro Sánchez vende a bombo y platillo que se va de visita a Kiev, como si del gobierno de España dependiera el futuro de la guerra en Ucrania, tras haberle enviado material defectuoso y tener medio gobierno en contra de cualquier ayuda que frustre la invasión rusa. Justo los que denuncian -falsamente- a Vox de ser pro-ruso, los comunistas españoles, los auténticos vendidos de siempre a Moscú. Esperemos que en esta nueva gira turístico-marketiniana no se lleve a los 40 y tantos de séquito que se llevó a ver la expo de Dubai. Aunque habida cuenta de que el único que no se aprieta el cinturón en esta crisis es el Estado español, no me extrañaría nada.

 

En el otro campo, no es que las cosas vayan mucho mejor: el nuevo presidente del PP, Feijóo, se reúne con los sindicatos y la patronal justo el día de la toma de posesión del gobierno del PP y Vox en Castilla y León. Los de la mariscadas no debían tener ningún otro día libre, se nos quiere hacer creer. Y es que Feijóo tiene el “corazón partío”. Le hubiera encantado de que Mañueco fuese presidente con el apoyo del PSOE, a quien recurrió en primera instancia. Pero como no pudo ser, y antes que perder poder territorial, dejó que el PP se encomendase a Vox. Pero sin que sirva de ejemplo. Y por eso no acudió al acto más importante políticamente de los dos últimos años: porque huye de la foto con Santiago Abascal. No se dice, pero todos sabemos que es así. 

 

El Rey emérito distribuye una foto familiar desde Abu Dhabi en la que faltaban piernas y sobraban manos porque para eso sirve el Photoshop, para dar fe digital del avenimiento familiar. Y poco después, desmiente su participación en un supuesto negociete de Piqué y la federación de futbol con un WhatsApp al teléfono privado de Susana Griso, esa presentadora entusiasmada con los presidentes, sean de España o de Cantabria.

 

Quizá los más honesto de esta semana haya sido la imagen enviada a la prensa por Irene Montero, tan metida en su lustroso papel de ministra de igualdad, en la que se ve como cuida de sus tres churumbeles, sola pero no borracha, y a uno de ellos vestidito con una buena, bonita y barata falda. Ni sombra del pater familia, porque la estampa amorosa está basada simple y llanamente en la sin razón: la imposición a los infantes de su ideología de género y el ensalzamiento de una familia desestructurada.  Pero da igual, porque en esta sociedad sobre la que mandan, lo que quieren hacer ver es que todo vale.

 

Prueba de la sinrazón es el tuit de su partido pidiendo perdón a los musulmanes que viven en nuestro suelo -buena parte gracias a las paguitas públicas de todo tipo de instituciones- por si se han sentido ofendidos con las procesiones de Semana Santa. Tan ofendidos que en dos ciudades sendos grupos de menas han intentado impedir el recorrido de los pasos procesionales.  Pero esa violencia debe parecerles justa a los de Yolanda y Echenique.

 

Al mismo tiempo, un geniecillo del marketing les ha vendido al Burger King una campaña en la que explota frases de la liturgia católica para promocionar sus -contradictio in termini- hamburguesas vegetarianas. La campaña ha levantado ampollas en sectores católicos y se ha puesto en marcha un llamamiento a boicotear los establecimientos de la marca. Yo creo que el humor se debe aplicar a todo tema, incluyendo la religión. LO que no creo tolerable es que siempre se recurra a ridiculizar al cristianismo y no a otras religiones. Yo le pediría a Burger King que la próxima creación la vendan con unas citas satíricas del Corán. Pero como son unos cobardes, no lo harán. Sí que me parecerá bien que sus ventas caigan si los españoles de fe dejan de acudir a sus locales.

 

Y es que nos toman por tontos, no porque lo seamos, sino porque nos dejamos.  Y mientras se lo consintamos, el mundo seguirá dividido en dos: los listillos que ocupan el poder y deciden por nosotros, y el resto. Los paganinis de este aquelarre contra el sentido común.