De Wisconsin a Nueva York. Primarias Americanas: Hacia la recta final

por Manuel Coma, 17 de abril de 2016

(Publicado en La Razón, 17 de abril de 2016)

 

Las primarias en Wisconsin el martes 5 de abril no zanjaron nada y eso fue lo importante, porque tenían la capacidad de haberlo hecho. En este ciclo de elecciones tan fuera de lo común, la principal consecuencia es que se lo pusieron mucho más difícil a ambos cabezas de lista, Trump y Clinton. En los dos casos la derrota estaba anunciada, pero fue mucho más amplia de lo previsto, especialmente en el lado republicano. La pelea se prolonga el martes 29 en Nueva York, donde ambos tienen raíces y esperan arrolladoras victorias, pero el resultado final seguirá siendo incierto, excepto que la división en ambos partidos continuará profundizándose. 

En el partido del elefante es casi imposible que Cruz consiga más delegados que el millonario neoyorkino, pero es posible que éste no alcance la mayoría de los 1237, la mitad del total, que le adjudicaría en primera votación la candidatura del partido. De no ser así se produciría una convención “abierta”, “disputada” o “negociada”, algo que no era raro en otros tiempos, pero que no sucede desde hace siete décadas, con la casi excepción del 76, en que el presidente Ford, que había sustituido en el 74 a Nixon tras el Watergate, venció en primera votación a su competidor Reagan, gobernador de California, a pesar de haber llegado sin la mayoría absoluta. Fue derrotado por el demócrata Carter, gobernador de Georgia.  La asamblea podría sumirse en una infinidad de cabildeos, tomas y dacas, pactos, alianzas continuamente cambiantes de votación en votación, hasta conseguir una mayoría en torno a alguien que supuestamente proporcionase al partido el máximo de unidad posible y perspectivas de ganarle al demócrata. Sería un guirigay que daría pasto a los medios americanos, mayoritariamente de izquierdas, para hacer escarnio de los republicanos. Trump y sus partidarios se perfilan como pésimos perdedores, que amenazan con una grave escisión y la pérdida de la contienda, pero si El Donald llegase a la convención de Cleveland con una mayoría, un buen número de republicanos tienen ya decidido quedarse en casa y algunos estarían dispuestos a votar por el demócrata. 

Por su lado la victoria de Sanders en Wisconsin le dio impulso para seguir adelante y tambalear a Clinton. El primero lo tiene muy difícil, porque la inmensa mayoría de los que en el sistema demócrata son delegados natos por pertenecer a la cúpula del partido –los más de 700 “superdelegados”- temen al vejete izquierdista como a la peste, lo que los hace incondicionales de Hillary, una de los suyos, confiriéndole a ésta una ventaja prácticamente insuperable. Pero Sanders, que ha sido caballeroso con la senadora y ex-primera dama, ahora va a por su yugular, su manifiesto punto flaco, la falta de fiabilidad de la artera dama, la duda que acongoja hasta a sus más firmes pero ya desde hace tiempo no entusiastas partidarios. El debate que sostuvieron el jueves 14 ha sido agrio. Hillary se ha visto obligada a izquierdizar su campaña, lo que le planteará problemas más adelante en el cara a cara entre los dos partido, aunque si llega a la presidencia buena es ella para no abandonar las promesas que no le convengan. Es un enfrentamiento entre competencia tortuosa y utopía sincera pero ingenua, en que la primera lleva las de ganar.

Si los republicanos consiguieran capear, más mal que bien, pero sin zozobra, la tormenta que se les avecina y el ilusorio y nada práctico izquierdista demócrata que encandila a los jóvenes se hiciera con la candidatura de su partido, cabrían todavía algunas dudas sobre el ya muy predecible resultado final.