El Ejército y el Ébola

por GEES, 13 de octubre de 2014

Las unidades NRBQ de los ejércitos modernos tienen como finalidad apoyar las operaciones militares allí donde existe la certeza o el riesgo de utilización de agentes químicos, radiológicos o bacteriológicos. En ocasiones pueden suplir a las unidades de combate por un tiempo limitado y en un teatro de operaciones pequeño que esté contaminado. Con serias limitaciones, derivadas de las circunstancias y del material de protección de soldados y material.

En tiempo de paz estas unidades suelen utilizarse como apoyo a las autoridades nacionales en caso de crisis NRBQ. Pero sus limitaciones en esta ocasión son tan grandes como las limitaciones que tienen en el campo de batalla: descontaminación de personas y materiales, control de determinadas áreas infectadas, investigación y toma de muestras,  y en determinados casos evacuación de personas contaminadas.

Pero en ningún caso estas unidades pueden efectuar labores para las que no están pensadas, para las que no están equipadas, y para las que su personal no ha sido adiestrado ni preparado: es el caso de la crisis del Ébola. En el mejor de los casos se trata de unidades capaces de trasladar a personas infectadas por el virus, aunque no sean los únicos capaces de hacerlo.

Pese a las filtraciones mitares corporativas que tanto éxito han tenido, las unidades NRBQ no tienen la capacidad de tratar y cuidar a los enfermos una vez que han sido trasladados e ingresados hospitalariamente. No existe dentro de estas unidades ni el conocimiento científico, ni la capacidad profesional ni la experiencia necesaria equiparable a los sanitarios civiles -auxiliares, enfermeros y médicos- que están interviniendo en la llamada crisis del Ébola. Podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que, en manos de los militares, los cuidados para los enfermos de Ébola hubiesen sido peores de lo que han sido hasta ahora, porque el personal sanitario militar tiene mucha menos experiencia y está mucho menos puesto al día que los médicos civiles dedicados a las enfermedades infecciosas.

Tampoco las Fuerzas Armadas poseen instalaciones capaces de albergar este tipo de enfermos. Pensar en parchear el Hospital Gómez Ulla para introducir una planta de aislamiento es más un intento por mantener vivo ese centro hospitalario que una solución efectiva a las necesidades sanitarias que necesita nuestro país. Se dice que el Ejército de Tierra ofreció al gobierno estas unidades y fueron rechazadas. Si es así, es uno de los pocos aciertos del Gobierno de Rajoy en esta crisis.

Desde luego que ante la rebelión de los sindicatos médicos y la desobediencia del personal sanitario que se niega a cumplir con su labor, es tentador acudir a la militarización como forma de lograr que los servicios mínimos se atiendan. A fin de cuentas los soldados no tienen la capacidad de negarse a cumplir con su deber, como lo está haciendo el personal sanitario de la Comunidad de Madrid. Pero de ahí a afirmar que el ejército y sus unidades NRBQ podrían hacerse cargo de esta crisis hay un trecho enorme, que por suerte no se ha recorrido.