El tiempo se agota en Irán

por Manuel Fernández Ordóñez, 6 de noviembre de 2014

El 24 de noviembre de 2013, el grupo de paises del P5+1 (China, Rusia, Reino Unido, Francia, Estados Unidos + Alemania) e Irán llegaron a un acuerdo preliminar sobre el programa nuclear persa. Este acuerdo, que se llamó Joint Plan of Action (JPA), esbozaba una serie de medidas temporales que involucraban a ambas partes y que tenían como fin establecer un marco para la obtención de una solución final y satisfactoria al affair nuclear de Irán, que lleva coleando ya demasiados años.
 
Las partes se dieron de plazo hasta el 20 de julio de 2014 para alcanzar ese acuerdo definitivo. Cosa que, por supuesto, no sucedió. Y no sucedió porque, a pesar de las medidas acordadas en el JPA, Irán no ha movido un ápice su postura en las cuestiones claves de su programa nuclear. Es cierto que ha hecho concesiones, pero éstas han sido menores, enrocándose de manera estática en aquellos aspectos que son, precisamente, los que más preocupan a la Agencia Internacional de la Energía Atómica y al Consejo de Seguridad de la ONU. De hecho, el presidente de la AIEA, Yukiya Amano, ha declarado que no ha habido prácticamente ningún avance en aclarar la dimensión militar del programa nuclear de Irán, a pesar de todo este último año de negociaciones.
 
El pasado julio, ante la falta de consenso, los negociadores acordaron extender el período de conversaciones hasta el 24 de noviembre, fecha que se acerca sin que haya atisbos de desbloqueo en los temas capitales. No debemos perder de vista cuál es el fin último de estas negociaciones y qué es lo que se consideraría la solución definitiva al caso de Irán: simplemente la demostración de que el programa nuclear iraní tiene fines únicamente pacíficos. Sin embargo, las dos décadas de política de ocultación de Teherán con respecto a sus movimientos nucleares, la adquisición de tecnología nuclear en el mercado negro y las más que demostradas conexiones militares de su programa no son un caldo de cultivo adecuado para el fomento de la confianza de la comunidad internacional.
 
A medida que la fecha límite de noviembre se aproxima, las voces comienzan a disonar y ya hemos escuchado argumentos a favor de extender nuevamente el plazo de negociación durante 3 ó 6 meses adicionales, intensificando la sensación de tomadura de pelo por parte de un régimen que no ha implementado aún todas las acciones a las que se había comprometido en el JPA que, supuestamente, finalizaba en julio.
 
En este escenario el embajador francés en Washington ha declarado que llegar a un acuerdo para el día 24 es muy poco probable y se ha inclinado ya por la extensión de la negociación. Del mismo modo, la subsecretaria de estado norteamericana, Wendy Sherman (que ya fuera la negociadora de la administración Clinton en el programa nuclear norcoreano) ha declarado que si las negociaciones fallan el 24 de noviembre "las alternativas son terribles". Al menos, no ha querido dejar sitio a la ambigüedad declarando: "nuestra preferencia es encontrar una solución diplomática, pero no nos confundamos, nuestro punto de partida es claro como el cristal y está escrito en piedra: Irán no obtendrá un arma nuclear". La administración Obama, con su insistencia en dar una de cal y otra de arena, tras estas tajantes declaraciones probablemente se incline también por una extensión de la negociación, llegado el momento.
 
Irán, sin embargo, permanece impasible en sus condiciones. Exigen mantener toda su infraestructura nuclear actual y no disminuir su capacidad de producción de uranio enriquecido. Siguen sin despejar las dudas de la Agencia con respecto a las dimensiones militares de su programa y continúan sin permitir que los inspectores entren en la instalación en la que se considera que han hecho pruebas con detonadores de dispositivos atómicos. En lugar de ello, las imágenes de satélite muestran claramente cómo han desmantelado esa instalación, dejando escasas evidencias probatorias de sus supuestas actividades clandestinas.
 
Las sanciones internacionales desplegadas tanto por la Unión Europea como por los Estados Unidos hasta finales de 2013 habían hecho mella en la economía persa, obligándoles a sentarse en la mesa de negociación ante lo insostenible de su situación económica, con una inflación en el entorno del 40%. Sin embargo, la relajación de sanciones acordada en el JPA han supuesto una clara mejoría de sus condiciones pero, desgraciadamente, occidente no ha visto concesiones de un calado similar por parte de Irán. El tiempo se agota y la paciencia también. ¿Serán capaces de romper, en tres semanas, la inercia de tantos años de engaños y ocultación?