En la cuerda floja

por Florentino Portero, 14 de septiembre de 2010

 (Publicado en ABC, 14 de septiembre de 2010)

De entre las muchas expresiones interesantes del discurso político actual la de “islamismo moderado” destaca por ser una contradicción perfecta. O se es islamista o se es moderado, pero ambas cosas es imposible. En realidad la utilizamos para referimos a los islamistas no violentos que están dispuestos a hablar y trabajar con Occidente en algunos temas, pero eso no les hace menos peligrosos.
 
Turquía ha aprobado una reforma constitucional que supone un avance democrático, pero sólo formalmente. Fue el Ejército quien transformó las ruinas del Califato en un estado laico abierto a Occidente y fueron los militares los que limitaron el régimen democrático para evitar que los islamistas se valieran de él para dar un giro fundamentalista. Gracias a la presión de la Unión Europea para que Turquía se convierta en una auténtica democracia y pueda así convertirse en estado miembro, el gobierno de Ankara ha encontrado el momento para vencer las resistencias militares y laicas. Lo irónico de la situación reside en que la Unión rechaza el ingreso de Turquía, pero con su paripé facilita el camino a los islamistas.
 
Arabia Saudí financia el radicalismo, violento y no violento, en todas direcciones. Con su dinero se desestabilizan Palestina, Marruecos y las comunidades musulmanas en Europa, pero ha sido un importante aliado en el pasado, juega un papel fundamental en el conjunto del Islam y es pieza clave en la contención de Irán. Si se aprueba la prevista venta de armas norteamericanas se dotará a sus Fuerzas Armadas de unas capacidades extraordinarias... aunque no tenemos muy claro cómo las va a utilizar.
 
Hay quien puede pensar que con amigos como éstos no necesitamos enemigos, pero la realidad es la que es, tenemos que tratar de llegar a acuerdos para estabilizar la región, pero en ningún momento engañarnos sobre la naturaleza de sus regímenes.