Encuentros en Jaca

por Rafael L. Bardají, 1 de enero de 1996

Para empezar les voy a situar en un plazo relativamente corto desde el punto de vista del análisis estratégico de los ocho y diez años venideros, y, relativamente largo para los ciclos electorales que se suceden en los distintos países, donde va a haber cambios importantes a partir del próximo año, como por ejemplo en los E.E.U.U, Rusia, y donde nosotros experimentaremos tarde o temprano también nuevas elecciones.
 
En cualquier caso, me voy a permitir subrayar unos puntos esenciales simplemente con pinceladas para trazar más que nada un cuadro genérico de los que entiendo puede ser la Europa del 2010 o del 2005 y después analizaré las implicaciones que tiene eso para nuestra política de defensa actual y nuestra política de seguridad española. Creo no equivocarme si digo que por fortuna hoy y en los próximos años no pesa sobre nosotros(como españoles y también como parte de un conjunto de estructuras aliadas de Seguridad y Defensa ) ninguna amenaza militar directa, cosa que hasta hace pocos años si sufríamos fuéramos o no conscientes de ella. Hoy en día Rusia, que ha tenido algunas ex-repúblicas soviéticas, sigue controlando y poseyendo armamento nuclear estratégico, pero qué duda cabe, que siendo sinceros, la política de apuntado de esos misiles estratégicos es muy distinta y desde luego no pesa veinticuatro horas sobre nuestras cabezas todos los días del año. Por lo tanto, no creo que ahora mismo tengamos que sentirnos amenazados por la posibilidad de una agresión sorpresa o inmediata a escala mayor, lo cual es un cambio radical importantísimo respecto a las décadas de la Guerra Fría, y que afecta desde nuestra conciencia a la Defensa hasta los presupuestos militares aunque parezca mentira. Ahora bien, dicho esto, creo que esta tranquilidad se plasmará en las vidas de la Política de Defensa de todos los países, incluido España.
 
Es cierto que hay algunos elementos de sombras o de claroscuros en el panorama mundial de los próximos años y sobre todo en el europeo. Para empezar a corto plazo, hay una operación o intervención quirúrgica a corazón abierto de unos de los líderes que, para bien o para mal, influyen decisivamente en la tranquilidad de los planificadores occidentales como es Boris Yeltsin, es decir, me estoy refiriendo a la inestabilidad política que sufre en este momento la elite y la Administración y Gobierno de la República Rusa. Ahora bien, esa estabilidad o inestabilidad política creo que no hay que equivocarla de manera automática con un desbarajuste militar o la potencialidad de que Rusia vuelva a convertirse de nuevo en un peligro. Es un riesgo que hay que analizar cuidadosamente pero en términos de tensiones internas que generan unos mecanismos de concebir y hacer la política doméstica en Rusia muy distintos de los que estamos acostumbrados en las democracias occidentales difíciles de comprender, difíciles de seguir y que desde luego empiezan a perfilar un Estado que se parece más a un Estado autocrático, controlado por grupos de alto interés, casi mafias, y no a un Estado plenamente bajo el control del legislativo.
 
Los acontecimientos recientes de Rusia nos indican que las elecciones legislativas del año pasado dieron una abrumadora mayoría al partido comunista y una importante presentación de partidos minúsculos muy fragmentados pero todos en la órbita del antiguo partido comunista de lo que era entonces la Unión Soviética que a partir de ese momento, diciembre de 1995, el equipo dirigente alrededor de Boris Yeltsin empieza a ser reemplazado paulatinamente y comienzan a aparecer nombres que eran bien conocidos, procedentes la mayoría del K.G.B., con lo cual, no digo que hayan experimentado una transformación ideológica y personal pero que en cualquier caso pone de relieve que hay una regeneración de la elite poco tranquilizadora.
 
En las elecciones presidenciales del verano de 1996 se revalida la presencia de Boris Yeltsin pero es cuestionado puesto que pierde la confianza del electorado y tiene que comenzar una política de pactos a la que nosotros estamos bien acostumbrados, pero que en la cultura política rusa es algo totalmente nuevo. También hemos visto el ascenso y posiblemente la caída del General Levet, que ha pasado a ser representado por la prensa occidental como el gran pacificador de Chechenia, aunque al fin y al cabo también estuvo al mando de la 14 División en la Guerra de Travniester y no dudó un momento en aniquilar a las fuerzas autóctonas húngaras de lo que llamaban el control del exterior cercano a la Federación Rusa, es decir, hay indicios que nos permiten pensar en que el Estado entra en una descomposición de su sistema o mecanismo de control interno.
 
En segundo lugar, aparecen elementos del Antiguo Régimen, por así decirlo con todo el bagaje cultural y político que es muy difícil de prever en este momento.
 
En tercer lugar, la crisis económica industrial de Rusia sigue siendo pavorosa. La deceleración económica sigue siendo una constante. La desindustrialización aumenta prácticamente todos los años. En varios puntos está situada en torno al 12 respecto al año anterior con las consecuencias de generar más mercado negro y la independencia de la áreas periféricas de Rusia con la gestación de situaciones dramáticas de Unidades Militares que se desprenden de su propio material en servicio para poder comprar alimentos para la Tropa. Hay una serie de descontroles que muchas veces, siendo un poco apocalípticos pintan una especie de Rusia Medieval, más que un Estado camino del siglo XXI.
 
Son pequeños puntos a los que hay que estar atentos porque el equilibrio interno de poder, ahora mismo es insospechado y por tanto es un factor de intranquilidad sobre todo porque Rusia tiene un ejército de armas convencional, prácticamente desmantelado, con una moral absolutamente por los suelos, tanto de Tropa y Marinería, como de Oficiales, con unas tácticas poco adeudadas para hacer frente a los retos que se presentan. Están muy pertrechados y muy mal mantenidos con muy poco entrenamiento. Los barcos no salen apenas a la mar y es lo que mejor tiene en estos momentos. La aviación está muy por debajo de cualquier país occidental que haya sufrido tremendos recortes en los últimos años.
 
En fin, no parece que sea la gran potencia que llegó a ser en los años 80, pero aún así, siguen controlando un arsenal nuclear que es el segundo del mundo y precisamente ese control, es lo que más nos preocupa a los planificadores de seguridad.
 
Hay no sólo rumores, sino noticias de que las armas nucleares tácticas sufren de los controles a las que se mantienen en el mundo occidental, sobre todo la norteamericana, esco-francesa y la británica, y hay sospechas de que componentes, -desde científicos hasta los capacitadores, detonadores o material fisible-, pueden estar manipulados y sacados del territorio de Rusia destino de terceros países. Lo más preocupante de esto no es que haya un tráfico( un mercado negro de armamento nuclear) que no lo hay todavía por fortuna, sino que hasta ahora un científico que estaba en una ciudad secreta que se encontraba un contenedor con unos microgramos de lítio o de plutonio los robaba, se lo llevaba a su casa y haciendo circular la noticia de que poseía esos microgramos del material que fuera, los sacaba a la venta. Ahora se ha invertido la tendencia y somos conscientes de que el esfuerzo de ciertos países por dotarse de proliferación de armamento nuclear en el futuro empieza a introducir redes muy establecidas y opacas en Rusia y empiezan a hacer pedidos concretos de materiales que necesitan los científicos en estos países para dar un salto cualitativo en sus investigaciones nucleares.
 
La situación que más nos preocupa a corto y medio plazo es la posibilidad de que la descomposición político-militar en Rusia acabe diseminando sus potenciales militares pero tampoco hay que exagerar, es decir, se están tomando medidas. Los Servicios de Inteligencia están tomando medidas y se están paliando las necesidades del Cuerpo Científico en Rusia.
 
En la Politécnica de Madrid, tenemos uno de los mejores equipos científicos nucleares becado, y mientras esté aquí se están poniendo algunas medidas para intentar controlar los flujos de posibles tráficos de componentes nucleares, puesto que en la misma Alemania hubo capturas de estos tráficos, motivados según la prensa, por los propios Servicios de Inteligencia alemanes.
 
Es verdad que hay toda una franja sur y caucásica de Rusia mucho menos controlada y conocida. Sobre eso tendremos que prestar mucha más atención en los años que vienen. Todo esto es el futuro de Rusia, como digo, un elemento de intranquilidad, aunque no una amenaza.
 
El segundo elemento de intranquilidad, aunque de otro sentido, es la orientación errática de la política exterior de los E.E. U.U. Me refiero a los vaivenes a los que se ha ligado definitivamente la acción exterior norteamericana a la situación interna. Hasta ahora, los americanos habían sido unos líderes indiscutibles que tenían más o menos
consensuados entre demócratas y republicanos sus líneas e intereses estratégicos y sus actuaciones exteriores. Cuando el presidente Clinton llega a la Casa Blanca, hace cuatro años, lo hace sobre una plataforma de política interna muy decidida y particularmente sobre la reforma del sistema de la Seguridad Social. Cuando en 1994 hay un vuelco electoral que da la mayoría al Partido Republicano en ambas Cámaras -congreso y senado- se produce un equilibrio de poderes y en consecuencia una parálisis que obligó a que el Gobierno cerrara no sólo museos sino también oficinas importantes como la de Inmigración y visados reflejando la falta de entendimiento y canales internos para resolver los problemas y reformas presupuestarios. Toda esa atención a gestionar las crisis del poder interno de los EEUU hizo que durante los 2 o 3 primeros años de mandato del Presidente Clinton, la política exterior o la presencia internacional como líder de los EEUU se evaporara. Si se revisan los análisis en los años 92, 93 y la Guerra en la antigua Yugoslavia se ve que muy pocas veces se menciona a los norteamericanos. Si vemos los debates sobre Seguridad en Europa en estos años, realmente, la figura que siempre había sido vital y presente de los EEUU es prácticamente esporádica, por eso cuando los EEUU reaparecen gloriosamente en 1995 cambiando en sucesivas ocasiones su política hacia Bosnia-Herzegovina, es bienvenida porque supone de nuevo la irrupción de un elemento que ha cohesionado toda la estrategia occidental.
 
A raíz de los últimos bombardeos en Irak, las acciones exteriores están muy vinculadas a la percepción del presidente Clinton y su situación cara a la reelección de este año y por lo tanto quedan muy determinadas a una política electoralista que las hacen en cierta medida imprevisibles, puesto que es muy difícil saber si los EEUU van a volver a bombardear Irak o no.
 
Esa vinculación automática entre preocupaciones del Presidente cara a la galería, cara a su situación interna y la acción exterior de EEUU, es un problema porque ahora mismo tenemos que planificar con todas las opciones y alternativas posibles desde la desaparición de la acción exterior en Europa, la concentración en una política de equilibrio de poder en el Pacífico por parte norteamericana, el aislacionismo más completo, o el intervencionismo más aguerrido, no pudiendo nunca estar plenamente convencido de cual va a ser la última decisión del Presidente o de las propias Cámaras. Todo esto complica en alguna medida la planificación de los países en Europa aunque no es un motivo de preocupación tan alarmante como proliferación de armamento de destrucción masiva, no dejando de ser un factor de incertidumbre añadido.
 
Con la descomposición de los Nacionalismos tenemos un número de conflictos potenciales que sería grandísimo de enumerar en toda la periferia de la Federación Rusa. No me refiero a las Repúblicas Independientes, sino a los territorios autónomos como Chechenia. También tenemos un fenómeno de exacerbación de los sentimientos ideológicos, nacionales y nacionalistas en algunas regiones de algunos países, incluso con altísima estabilidad estatal como puede ser Francia o Inglaterra, Escocia con sus planteamientos de nueva independencia creando un parlamento, e incluso España, evidentemente con la expresión 'terrorista' de esos nacionalismos exacerbados, no deja de aceptar a la estabilidad del Estado y por tanto a la Seguridad, aunque no sea una Seguridad entendida en términos estrictamente militares.
 
El proceso de Paz de Oriente Medio empieza a tambalearse y sin que podamos tener una capacidad de intervención decisiva, los EEUU de nuevo tienen que jugar un papel clave. De momento, aparte de un gran esfuerzo de visitas de su Secretario de Estado no vemos resultados muy positivos y desde nuestros intereses estratégicos nos encontramos con una zanja creciente de inestabilidad.
 
El futuro de Gadafi en Libia está en entredicho por dos fuerzas políticas de signo y carácter distinto. Por una parte, la oficialidad nacionalista que lo considera un techo a la reinserción de su País en el esquema Internacional, lo cual no significa que sean demócratas, simplemente la expresión de una fuerza política distinta. Y por otra parte la oposición mayoritaria entremezclada con parte de la oficialidad de alto grado.
 
Libia es el fundamentalismo religioso que se permea a través de muy distintos canales pasando por Sudán y parte de Egipto. Hemos visto masivas detenciones y crecientes campos de concentración en una situación verdaderamente explosiva.
 
Argelia ha entrado definitivamente en un proceso en el cual es impredecible la salida que se pueda adoptar. Hemos visto perplejos cómo todos los esfuerzos de su nuevo Presidente, estableciendo contactos y diálogo con la oposición moderada, intentando quebrar las líneas más duras del radicalismo fundamentalista frente a los moderados del Frente Islámico de Salvación, no han dado ningún fruto. Las distintas conferencias para enganchar a la oposición en una fase de Transición hacia unas elecciones en el futuro inmediato han fracasado. La oposición que empezó reuniéndose con la Plataforma de Roma para establecer unos criterios mínimos de Transición Política que garantizaran la libertad y las elecciones libres en el futuro se ha disipado, se ha quebrado completamente, y lejos de vencer el fenómeno terrorista de los grupos armados más radicales, como puede ser la Sección Armada del Ejército de Liberación o el GUIA, no ha dado ningún fruto. Los líderes actuales del GUIA, no llegan a los 16 años de edad y sufren un proceso de remplazo biológico cuando son detenidos o muertos en acciones policiales que continúan en una rueda sin fin.
 
Con la apertura inmediata del gaseoducto, las Fuerzas del Ejército Argelino y las Fuerzas Policiales, han tenido que reabrir un nuevo frente y ocupar territorio que había quedado al margen de su control en el sur del País, en el desierto donde acampaban los Guerrilleros. Seguramente viviremos unos flujos de la Oposición más fuertes que volverán a ser cancelados por la acción policial del ejército hasta que de nuevo haya nuevos rebrotes y esos ciclos de inestabilidad podrán estar con nosotros 5,10 o 12 años mientras no se rompa la tensión interna.
 
Evidentemente, la situación interna de Argelia afecta a la estabilidad de los países vecinos, como Túnez, un país que sería barrido por completo en caso de un cambio radical en Argel. También la estabilidad en Marruecos se vería afectada, aunque se complica con la sucesión del Rey en el futuro y donde nosotros tenemos unos intereses vitales que asegurar. Pero en Marruecos, la estabilidad interna está mucho más asegurada de momento.
 
En Argelia, la crisis económica no deja de agudizarse. Los intentos de su población, sobre todo de los técnicos, pero también de los más pobres y desfavorecidos, y los más jóvenes, por alcanzar un bienestar en Europa, no dejan de incrementarse. Al mismo tiempo estamos viendo los flujos de inmigración y las dificultades que ello supone para nuestros países y fundamentalmente Francia, quien es la bolsa que absorbe mayor número de argelinos, siendo un síntoma de lo que podría llegar a suceder en un futuro a medio plazo.
Hasta diciembre de 1995, los países de la U. E. sumábamos en torno a los 364 millones de habitantes. La franja norteafricana en esa misma fecha llegaba a los 187 millones de habitantes, la mayoría de ellos con una edad inferior a los 30 años. En el 2025, Europa pasará a tener 367 millones de habitantes aproximadamente y ellos habrán doblado su población, ganándonos por primera vez en términos absolutos. Es verdad que la U. E. se expandirá pero no deja de reflejar la tendencia a la crisis económica y social y de perspectiva. Hay muchos problemas de percepción de futuro en los jóvenes, pues va suponer un flujo migratorio que no hemos conocido nunca y que también se relaciona con la crisis de absorción de grandes bolsas de inmigración de los países europeos. Esto llevará a una reflexión tanto en los Ministerios de Interior como a los de Defensa, como a la Presidencia del Gobierno y como a todas las personas acerca del impacto social de vernos frente a no unas cuantas patenas al mes sino realmente a un flujo de millones de personas al año.
 
En Europa hay otros fenómenos también inquietantes, transformaciones psicológicas de las cuales, quizás no somos conscientes, pero que van erosionando poco a poco los mecanismos y la aptitud hacia la defensa, sus hombres, sus medios y su dinero. Es una transformación mental con la caída del muro. Aparecen debates sobre una Europa libre de amenazas, en paz, donde se pueden transformar las bases militares en campos de ocio o de golf y en fin, en otro tipo de recreaciones que se rompe con la Guerra del Golfo y se rompe sobretodo con la Guerra de Bosnia y la Ex-Yugoslavia.
 
Todos los presupuestos de defensa se han reducido dramáticamente en los países occidentales, algunos más precipitadamente que otros y eso refleja la atención que se da a otras partidas de los Presupuestos del Estado y por lo tanto mientras no haya una alteración en esas prioridades seguiremos sufriendo una merma paulatina de nuestros medios. Esto se acompaña de construcciones y piruetas mentales a veces un poco arriesgadas. Se ha producido un fenómeno en los últimos años en el que el máximo exponente es La Guerra del Golfo, que es una paradoja de una descalificación para el combate, o un rechazo a las pérdidas.
 
Los planificadores militares son los que más responsabilidad directa tienen sobre los hombres en EEUU, y por citar un caso, planifican todas sus operaciones pensando mucho el número de bajas que resultaría aceptable para ellos en una operación de combate por un lado y teniendo presente que la percepción del riesgo y bajas políticamente hablando también es muy reducida. Es decir que aunque en una operación militar, la planificación puede llegar a perder un número de bajas determinadas tiene que consultar con un Congreso y con un Presidente y en los países occidentales con los Gobiernos y con la opinión pública, que es muy contraria a ver regresar las famosas bolsas con los cadáveres a su País donde la muerte de un soldado es transmitida en tiempo real a todo el mundo, afectando notablemente a los sentimientos de los apoyos políticos de los gobernantes.
 
No quiero tergiversar la crítica de la televisión y los medios de comunicación. La televisión está constreñida en el lenguaje, es mucho más fácil sacar a un desgraciado, a un pobre soldado, que ha muerto en un accidente o con una mina o que le ha matado el enemigo que explicar cuantas vidas humanas se han salvado con el sacrificio de esa persona. Todo esto lo hemos visto en Bosnia, hemos visto los cadáveres de los aliados en su misión humanitaria pero no se puede racionalizar y hacer ver a la gente en un telediario, en diez segundos, que esas misiones estaban cumpliendo realmente una labor imprescindible para el futuro de ese País.
 
Es muy complicado hacerlo con imágenes, y ese es un fenómeno del que tenemos que ser conscientes. Estamos muy limitados y constreñidos por la percepción que se obtiene a través de la televisión y medios de comunicación, pero eso son tendencias que son compartidas en EEUU, no digo ya en Japón o en España, es decir, es un fenómeno cultural global de la época post-industrial de fin de siglo post-moderna.
 
Para favorecer los fenómenos más positivos y marginar y disminuir los elementos más negativos del futuro europeo a medio plazo, encontramos tres campos de acción inmediatos, que supondrían gran beneficio para la estabilidad en el Continente:
1. Transformar la Alianza Atlántica en un doble sentido. Por una parte, a lo puramente interno, creo que cuando se acaba la Guerra Fría, la Alianza entra en un proceso de reflexión bastante complicado, con un futuro muy incierto. Algunos analistas muy tradicionales defienden su desaparición puesto que ya no hace falta frente al enemigo tradicional que era la URSS. A Partir de entonces tienen lugar algunas grandes declaraciones como en Roma en 1991 donde hacen un nuevo censo estratégico que tiene una visualización y una densidad política bastante baja, pero que gracias a su intervención en la antigua Yugoslavia y las fuerzas de IFOR descubre de nuevo una racionalidad y una perspectiva de futuro que la han convertido en la columna vertebral de la Seguridad y Estabilidad de Europa. Ahora bien, si analizamos con cuidado esa intervención, le da un futuro y un sentido a la Alianza Atlántica siempre y cuando se extraiga la lección de que las estructuras que se han puesto en marcha para hacer frente a los retos en Yugoslavia tienen muy poco que ver con la cadena de mandos, con las planificaciones, y con las fuerzas asignadas y distribución geográfica que tenía la Alianza hasta estas fechas. Empieza un fenómeno muy claro de reflexión acelerada de por una parte en tiempo de paz mantener la pervivencia de los mandos puesto que no había que realizar ninguna operación pero por otra parte cuando hay que hacer operaciones en el terreno, hay que tener elementos logísticos, transportes, elementos de inteligencia, ya que hay que trabajar en común con húngaros, checos, pakistaníes, marroquíes y rusos, teniendo que funcionar las estructuras de mandos como se necesitaban. Así pues, comienza la reflexión sobre qué hace falta tener para garantizar el ejercicio operativo de las misiones, saliendo a debate el concepto de las fuerzas combinadas conjuntas multinacionales. Con esta reflexión, la Alianza por fin se va a dotar de unos instrumentos lo suficientemente flexibles que le garanticen poder intervenir allí donde sea necesario, con las unidades necesarias y con una planificación muy agregada al terreno que le permita tener rendimientos claros a corto plazo.
 
Desde la cumbre de Berlín, a principios de junio de 1996, el sendero de futuro de la Alianza Atlántica, en sus estructuras, está claro, lo que pasa es que para poner en marcha las fuerzas combinadas conjuntas multinacionales hace falta transformar los mandos existentes. Para eso hay una cumbre abierta del Consejo Atlántico en Bruselas para que los Ministros y las Delegaciones tanto militares como políticas dibujen lo que será la estructura básica de mandos de futuro y poder discutir esa estructura en niveles inferiores.
Transformar la Alianza Atlántica en su pertenencia, es decir, la ampliación de la Alianza Atlántica. Es impensable que la Alianza sea el elemento estratégico de estabilidad en Europa si no abre sus puertas a los antiguos países adversarios que hoy nos están llamando insistentemente a la puerta. Es cierto que desde 1991 se han puesto distintos mecanismos para ir integrando o contentando a estos países de Europa Central y del Este en sus peticiones de adhesión al Tratado de Washington y que en cierta medida se le ha relacionado con el planeamiento y con la cultura compartida por los miembros de la Alianza Atlántica. Pero para alguno de estos países, esto ya no es suficiente y la experiencia de Bosnia ha acelerado ese proceso de cooperación entre medios operacionales tan querido por ellos. No sería de extrañar que después de haber decidido formalmente la Alianza el porqué es bueno ampliarse, estemos discutiendo ya quien va a entrar en primer lugar y cuando va a hacerlo. Desde luego hay una franja de países que está muy clara: es la República Checa, Hungría y Polonia. Es posible que se pueda incorporar también Eslovenia, un país cuyo Ministerio de Defensa y Fuerzas Armadas se han construido en los 3 últimos años a imagen y semejanza de la Alianza Atlántica. Es el único país que cumple todos los estándares previstos en apanceramiento de la Alianza siendo muy difícil por su estabilidad política, su riqueza política y su dinamismo dejarle también al margen. La decisión de qué países van a entrar se tomará en la cumbre de Jefes de Estado y Presidentes de Gobierno que tendrá lugar antes del verano de 1997 en Bruselas asentando un plazo de 2 a 3 años para su entrada. La Alianza debe pensar también en cómo satisfacer la frustración o los deseos de aquellos que se quedan fuera para una segunda ola de adhesiones en el futuro bastante más lejanas.
 
El Coste de la ampliación puede ir desde miles de millones hasta decenas de pesetas. Todo depende de cómo se quiera ampliar la Alianza Atlántica. No es lo mismo mover y generar infraestructuras que colocar unos radares de alerta temprana. Desde luego sin transformación interna y sin ampliación, la Alianza Atlántica volverá a entrar en una crisis de identidad en el futuro.
 
2. A través de la Alianza Atlántica tenemos que asegurarnos el vínculo con los EEUU o el vínculo trasatlántico. No podemos permitir que por la política interna norteamericana, por el cambio de presidente o por la parálisis republicano-demócrata, en el gobierno norteamericano los EEUU se desentiendan ni un ápice de los problemas de seguridad en el Continente y en su entorno. Hay que establecer mecanismos de diálogo político incrementado con otras cumbres o a través de otros grupos a nivel del Consejo Atlántico, pero es vital la presencia no ya sólo física sino mental y psicológica de los planificadores norteamericanos en el compromiso con Europa como lo ha sido durante 4 o 5 décadas.
 
3. Es fundamental para garantizar la estabilidad, asegurar y estabilizar las capacidades defensivas. No quiero decir que haya que gastar más en defensa sino que si no es posible eso al menos la inversión en defensa sea de una manera más racional y eficaz. La mayoría de los países ya han empezado a priorizar lo que es conjunto sobre lo que es específico de cada ejército. Tendrán que racionalizar la industria de defensa. En Europa no es viable mantener 16 proyectos de misiles distintos, por lo que habrá que hacer todo lo posible para que la inversión y el esfuerzo en defensa dé el resultado máximo posible. Esto exige un compromiso político de los gobiernos, compromiso presupuestario por debajo del cual no se debe en ningún caso cruzar.
 
Basándonos en España, a cortísimo plazo hay que reflexionar sobre nuestra participación en la Alianza Atlántica. Sería un disparate quedarnos al margen del proceso de gestación de las nuevas estructuras y cadenas de mandos aliados. España o el gobierno actual es partidario de una plena participación en la Alianza Atlántica. Hoy en día estamos teniendo mayores compromisos con soldados en el terreno y sin embargo no accedemos a todas las ventajas y posibilidades que podríamos si participáramos no sólo en el planeamiento sino también en los mandos.
 
La plena participación en una OTAN totalmente renovada no tiene nada que ver con la OTAN en la que entramos ni con las condiciones que adoptamos a mitad de los años 80. Por lo tanto el Gobierno está convencido de esa política y va a hacer todo lo posible porque a corto plazo tenga una declaración a tal respecto. El Presidente D. José María Aznar ahondó además en la necesidad de contar con un amplio espectro político de consenso y avanzó la idea de someter a una discusión y una votación en las Cámaras la aptitud del gobierno español de avanzar y discutir la plena participación en los mandos de la Alianza.
Dado el calendario de reforma de la propia OTAN esto se producirá a finales de octubre de 1996, por una comunicación o algún otro sistema que permita el reglamento de la Cámara. Es el compromiso actual de hacerlo y dejar sentado por fin con una mayoría absoluta el que España obtenga un peso y una representación en la Alianza como se merece. Esta participación cuenta con unas ciertas condiciones u objetivos a alcanzar:
 
a) Estar representados en los mandos de acuerdo con nuestro peso político y con nuestra participación efectiva en las operaciones.
 
b) Que sea realmente una nueva estructura, no sólo que se le cambie el nombre sino que sea más ligera y más racional. Por más ligera entendemos que los mandos actuales de cuarto escalón desaparezcan. c) Que la identidad de defensa europea, es decir, todos los esfuerzos conjuntos que se han venido haciendo en los últimos años a través de distintos mecanismos, UEO, Eurocuerpo, Brigadas Conjuntas, Fuerzas Mediterráneo, etc..., tengan una representación efectiva en la cadena de mando de la Alianza Atlántica.
 
La idea que los franceses barajan, de que junto al mando estratégico europeo haya un adjunto poder real que se convierta en el Mando Supremo Estratégico Europeo, parece muy positiva y que esa densidad de la iniciativa de defensa y seguridad europea tenga esa plasmación en toda la cadena de mandos de la Nueva Alianza Atlántica con las 3 condiciones anteriores satisfechas, nos deja sin motivos para entrar en un proceso de nacimiento, donde el producto final será también un producto del que seamos capaces y queramos negociar con el resto de los aliados.
 
Aparte de la Alianza Atlántica, tenemos un gran reto que es la profesionalización completa de marinería y tropa de las Fuerzas Armadas. El Gobierno se ha planteado poder estar en disposición de dar el salto a un Ejército totalmente profesional hacia el año 2002. Pero es verdad que también hay otros elementos que lo condicionan:
 
En primer lugar hay una fase de reflexión interna muy profunda, porque estas cosas hay que hacerlas con sumo cuidado. No es un paso que se pueda deshacer fácilmente, y por lo tanto hay que estar bien seguros de todas las medidas que se van a tomar al respecto.
En segundo lugar, se ha creado una Comisión Mixta (Congreso-Senado) que estudiará en la medida de lo posible sus capacidades y ayudada, evidentemente, por el Ministerio de Defensa en todos sus trabajos. El ritmo de la profesionalización dependerá de la disponibilidad económica con la que contemos, puesto que no podemos hacer milagros ni construcciones endebles. El objetivo del Gobierno es estar capacitados en el año 2002 para completar esa transición.
 
Es inadmisible la erosión que se ha sufrido en los últimos años con los Presupuestos de Defensa, es decir, no es que no aparezcamos en las listas de los países que gastan, sino que además hemos reducido nuestra capacidad en el último decenio más de un 50%. Por lo tanto es muy difícil pedirle a un Ejército o a unas Fuerzas Armadas que hagan lo mismo con la mitad de dinero. Por ello, este Gobierno, es consciente de que dentro de las limitaciones que nos supone la política de convergencia con Maastricht deba detener esta erosión siendo muy deseable incrementar las capacidades adquisitivas de las Fuerzas Armadas.
 
El Ministro de Defensa pone como objetivo aumentar una décima por año del Presupuesto de Defensa hasta situarnos en un 1,5% del P.I.B. Es decir, aumentar paulatinamente el esfuerzo presupuestario en defensa a fin de garantizar la operatividad de las Fuerzas Armadas, nuevas adquisiciones de sistemas de armas, dar frente a los compromisos adquiridos y contribuir a la profesionalización. Es un panorama sombrío, complicado, pero al menos creo que a los criterios que se quiere llegar, son muy claros.
 
El Ministerio de Defensa es muy consciente de que todos estos objetivos se podrán llevar a cabo si las elites del País realmente comprenden para qué sirve la Defensa y en que contribuye como función del Estado a la política nacional desempeñando acciones para que exista una cultura estratégica.
 
La Sociedad debe concienciarse, en general, de que la Defensa no es sólo una necesidad, sino que es una contribución positiva que nos permite vivir tranquilos día a día. Este es el panorama de nuestras obligaciones a corto plazo y la perspectiva de futuro que tenemos en España.