La ONU no reconocerá la conexión entre antisionismo y antisemitismo

por Anne Bayefsky, 31 de diciembre de 2004

El pasado mes de junio, las Naciones Unidas llevaron a cabo su primera conferencia sobre antisemitismo. Aunque la mera raison d'etre de la propia organización se levante de las ruinas de Auschwitz y Belsen, ésta nunca ha presentado una sola resolución dedicada a combatir el antisemitismo, o un solo informe dedicado a este fenómeno global devastador. Para aquellos que vieron la luz al final de túnel, la perspectiva de Ilustración de la Asamblea General llegó a conclusión nada gloriosa: una mención al “antisemitismo” se coló en un párrafo de una resolución genérica acerca de la intolerancia religiosa. 54 estados de la ONU — de los 153 miembros que votan — rechazaron apoyar tan siquiera algo así.
 
¿Qué está pasando?. Unamos los puntos. Inmediatamente antes de la votación acerca de la preocupación por el antisemitismo, esos mismos países rechazaron apoyar un llamamiento a los gobiernos “para garantizar la protección efectiva del derecho a la vida… y para investigar… todas las matanzas cometidas por cualquier razón discriminatoria, incluyendo la orientación sexual”. El antisemitismo y matar gente a causa de su orientación sexual es aceptable para cada uno de los 56 miembros de la Organización de la Conferencia Islámica (OIC).
 
La resolución que implica matar homosexuales es solamente una de las muchas resoluciones de derechos humanos de la ONU en las que la OIC es la autora material, no la víctima. La verdadera pregunta es: ¿Cómo lo consiguen, por no decir cómo se camuflan como interesados en serio en los derechos humanos, los de los palestinos incluidos?.
 
Los estados árabes y musulmanes toman la ofensiva sin descanso, secuestrando el tema de los derechos humanos para servir una agenda política dirigida a negar la autodeterminación judía y destruir el estado judío — la forma última del antisemitismo. El vehículo dispuesto para tal fin son las Naciones Unidas. La conferencia de la ONU de junio sobre antisemitismo sirvió para vigorizar su enfoque a dos bandas: coloca a los judíos a un lado, Israel al otro, y divide y vencerás.
 
Oh, Alemania…
El camino uno funciona de este modo. La posibilidad de una resolución de la ONU dedicada al antisemitismo lleva siendo discutida desde hace tres meses. Una resolución hecha y derecha ofrece el potencial del examen riguroso del fenómeno, incluyendo nuevas formas de antisemitismo con el estado judío como su víctima. La batalla asociada a presentar una resolución sustancial y novedosa acerca del antisemitismo, sin embargo, asustó a cada estado miembro democrático de la ONU. La idea siguiente fue hacer que la Unión Europea patrocinase una resolución sobre el antisemitismo, modelada según la Declaración de Berlín, que fue adoptada en abril por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). La OSCE había redactado: “...Los progresos internacionales o políticos, incluyendo los de Israel o los de cualquier otra parte de Oriente Medio, nunca justifican el antisemitismo”. Los europeos eran completamente incapaces de decir que el terrorismo destinado a limpiar étnicamente Israel de judíos era también una forma de antisemitismo. Pero la mención en la Declaración de Berlín de la palabra “Israel” en el contexto del “antisemitismo” colocó a los estados árabes e islámicos de uñas en la ONU (y vuelta a empezar).
 
Algunos esperaban que los alemanes tomaran un papel de referencia en la campaña de una resolución específica acerca del antisemitismo en la Asamblea General. Al verdadero estilo mafioso, se dio pronto a entender a Alemania que tal papel haría peligrar su esperado asiento permanente en el Consejo de Seguridad, y cualquier sentido de responsabilidad histórica desapareció. Ningún otro estado miembro de la UE estaba preparado para confrontar la oposición árabe y musulmana. Los futuros estados europeos, más empáticos, temían cabrear a los guardianes de las puertas de la UE. El Departamento de Estado de los Estados Unidos estaba contento de dejar la materia a la iniciativa europea (o a la ausencia de ella). Y dado que una resolución de patrocinio israelí no tiene ninguna posibilidad de ser aprobada en la Asamblea General, Israel eligió no actuar independientemente.
 
No apuntando tan alto, los esfuerzos se volvieron a una resolución general acerca de la intolerancia religiosa. Una oferta habría incluido en el preámbulo las palabras “dan la bienvenida a la Declaración de Berlín” de la OSCE. Pero Berlín contenía la temida referencia a ”Israel“. Por lo tanto, a pesar de la declaración de parentesco de la familia europea, la oferta fue rechazada por la Unión Europea con el argumento de que los estados árabes e islámicos dicen que no. Entonces comenzaron las negociaciones UE - OIC, que debilitan y difuminan tantos resultados de la ONU. Se añadieron referencias a la islamofobia y la cristianofobia, y lenguaje adicional para acomodar a todas las restantes religiones. Islamofobia fue extraída del orden alfabético, y colocada antes que antisemitismo. Y allí la UE finalmente jugó su papel de apoyo. La OIC aún la frustró, pero sus esfuerzos por echar abajo la referencia fracasaron. Sin embargo, lograron reducirla con éxito a una sola mención, y lograron excluir la referencia a Berlín y a cualquier otro detalle que podría haber estado relacionado con Israel o con el antisemitismo.
 
Mientras tanto, la Comisión de Derechos Humanos de la ONU recibirá pronto otro informe anual acerca de la islamofobia y “la situación de los pueblos árabe e islámico en varias partes del mundo”. Continúa adoptando resoluciones anuales que expresan “la profunda preocupación en… temas de intolerancia y discriminación religiosa o de fe” que sólo mencionan al Islam.
 
Ahora el camino dos y la demonización de Israel. Durante los cinco meses desde que terminara el único día en la historia de la ONU dedicado al antisemitismo, la campaña anti - Israel de la ONU se ha incrementado. El órgano judicial de la ONU, el Tribunal Internacional de Justicia, decidió en julio que la barrera de seguridad de Israel viola su versión del derecho internacional. Los retorcimientos necesarios para llegar a esta conclusión derivan de un veredicto según el cual no hay lugar para la autodefensa en la carta de la ONU cuando los terroristas no son estados propiamente. Pero por si alguien se confunde, el juez Tanaka habló de “los así denominados ataques terroristas suicida palestinos contra la población civil israelí” (énfasis añadido) y el juez Elaraby (embajador egipcio en la ONU hasta 1999) afirmó el “derecho de resistencia” con el argumento, judicialmente hablando por supuesto, de que “la violencia engendra violencia”.
 
La Asamblea General de la ONU celebró otra sesión de emergencia en julio para condenar la construcción por parte de Israel de una barrera para evitar el terrorismo, pero no para nombrar y condenar a los terroristas palestinos, a sus patrones de la Autoridad Palestina, o a sus estados patrocinadores. Este otoño, otras veinte resoluciones anti Israel se encuentran en proceso de ser adoptadas en la sesión regular de la Asamblea General. Se celebró otra de las conferencias de ONGs anuales patrocinadas por la ONU “en apoyo del pueblo palestino” en el cuartel general de la ONU en septiembre. Los participantes estudiaron “paradigmas tan estériles como el derecho de autodefensa de Israel”, “cómo promover el boicot cultural, deportivo y económico“ a Israel, y cómo “desafiar al sionismo cristiano en comunidades cristianas moderadas”. Se creó un registro de daños para las víctimas de la barrera de seguridad de Israel, pero nada para las víctimas del terrorismo palestino. El jefe de la UNWRA, (la United Nations Relief and Works Agency), Peter Hansen, brindó una defensa encendida de contratar a miembros de Hamas.
 
Se fabricaron tres informes de 'expertos' de la ONU más para la Asamblea General, que tienen como objetivo a Israel. Un 'experto' tiene como tarea tratar las presuntas violaciones de derechos humanos en los territorios, sin las violaciones de derechos humanos por parte de los palestinos contra Israel. Comenzó el informe de este año equiparando a Israel con el apartheid de Sudáfrica, a pesar del hecho de que los estados árabes se han purgado a sí mismos de judíos, mientras que en Israel, el 20% de la población árabe disfruta de más derechos democráticos que en cualquier rincón del mundo árabe. El 'experto' de la ONU en derecho a la alimentación se centró en una presunta crisis humanitaria de gestión israelí en los territorios, pero se negó a decir una sola palabra acerca de, por ejemplo, los millones que pasan hambre en Zimbabwe debido a la discriminación y a la manipulación de las raciones de alimentos del país para castigar a la oposición política. Y queda el 'experto' en racismo y xenofobia que culpa a Israel del incremento del antisemitismo, pero no tiene ni una palabra que decir al respecto del millón de personas desplazadas en la región sudanesa de Darfur.
 
La desigualdad y la injusticia del tratamiento hacia Israel se hacen aún más obvias en comparación con el tratamiento de las violaciones de derechos humanos en cualquier parte del mundo por parte de la ONU. Sólo se pudo adoptar una resolución de la Asamblea General de la ONU sobre Irán hace poco, tras eliminar cualquier noción de dar lugar a una sola investigación acerca de los abusos de los derechos humanos en ese país. Ni siquiera se intenta resolución alguna sobre países como China, donde 1,3 billones de personas carecen de los derechos civiles y políticos más básicos, o como Arabia Saudí, donde la total discriminación contra la mujer es endémica, y más de un millón de inmigrantes femeninas son esencialmente esclavas. Se evitó que las resoluciones propuestas acerca de Sudán o Zimbabwe fueran siquiera sometidas a votación. El importe total de la crítica específica por países de la Asamblea General de la ONU, de 190 miembros, excluyendo a Israel: Una resolución respectivamente para la República Democrática del Congo, Irán, Myanmar, y Turkmenistán. El 24 de noviembre, la Asamblea General de la ONU descartó las acciones sobre Sudán y Zimbabwe. Simultáneamente, los delegados de la ONU de la sala de al lado adoptaron 9 resoluciones de condena a Israel.
 
El historial es indiscutible: dobles raseros aplicados solamente a Israel; ausencia de interés en países con historiales de derechos humanos mucho peores; y la demonización resultante de Israel mediante la manipulación abierta de la retórica de derechos humanos y sus mecanismos. Hasta el antisemitismo subyacente se hace rampante en el intento abierto por eliminar cualquier preocupación relacionada con el antisemitismo.
 
Y todavía los auto designados profesionales de los derechos humanos no lo entienden. En el último intento de separar a los judíos del estado de Israel ha emergido una nueva fórmula. Objetar al antisemitismo en la forma de la egregia discriminación hacia el estado judío - se dice - está motivado por un deseo de eliminar cualquier crítica a Israel. Como Ken Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch, declaró al Jerusalem Post el 4 de noviembre, “Existe una industria de personas ahí fuera que intentan acusar de parcialidad a cualquiera que critique el historial de derechos humanos de Israel, no porque las críticas sean injustificables, sino simplemente como un modo de defender a Israel de cualquier crítica”. Leyendo el mismo libreto, Mary Robinson, ex alto comisario de la ONU en derechos humanos, en una conferencia en la Universidad de Brown el 7 de noviembre, se preocupó de la “falta de definición de la línea entre el antisemitismo y la crítica legítima al estado de Israel… Algunos… designan cualquier crítica a Israel como antisemita”. Pero “los partidarios de Israel” no deben, dijo Robinson, “utilizar la acusación de antisemitismo para sofocar el debate legítimo”. Similarmente, Esther Benbassa, una invitada a la reunión de Barcelona del 11 - 13 de noviembre convocada para asesorar al experto de la ONU en racismo y xenofobia, se ha quejado “de la fase peligrosa de intimidación” que “ve con impaciencia tras cada palabra, cada gesto, y cada crítica a la política israelí, un antisemita”.
 
Qué increíble ultraje. Un vistazo rápido a los diarios del estado democrático de Israel, o a los veredictos de su vibrante judicatura, o a los debates, las conferencias, y los innumerables escritos de judíos de todo el mundo muestra una cacofonía entre la crítica propia y la pública. El fracaso en reconocer la profunda conexión entre la discriminación y la demonización de los judíos y la discriminación y al demonización del estado judío no es sólo analfabeta — es mortal. Este fracaso también responde la pregunta original de cómo los estados árabes y musulmanes, y todos aquellos que se suben al vagón de Arafat, se dicen interesados en los derechos humanos en vez de decirse interesados en discriminar a la autodeterminación judía.
 
En una aparición en Harvard en 1968, Martin Luther King dijo, “cuando la gente critica a los sionistas, quieren decir judíos. Es dialéctica antisemita”. Pero Martin Luther King no se sentiría como en casa en la ONU ni entre sus organizaciones no gubernamentales de derechos humanos.
 
* Anne Bayefsky, es Profesora en la Universidad de York, Toronto, Canadá. Ha recibido el premio de investigación del gobierno canadiense en derechos humanos, “the Bora Laskin National Fellowship in Human Rights Research”.