La pasión cubana

por Florentino Portero, 26 de octubre de 2010

 

(Publicado en ABC, 26 de octubre de 2010)
 
¿Qué tendrá La Habana que enloquece a nuestros socialistas hasta el punto de exponerse a hacer el ridículo en los foros internacionales? Nuestra diplomacia empleó toda su artillería en romper el muro levantado en Bruselas por aquellos que creen que la acción exterior común debe regirse por los valores que están en la base de nuestro sistema democrático y han vuelto a fracasar en el intento. Tenían escasas posibilidades de éxito porque la Unión no está para retractarse sin razón de sus tomas de postura y porque el régimen castrista ha hecho gala de una soberbia y de una crueldad que difícilmente podía convencer a nadie de una supuesta voluntad reformista. Porque una cosa es que el régimen esté al borde de la quiebra y otra bien distinta es que los Castro estén por la reforma.
 
Nuestro objetivo debería ser ayudar a los cubanos a llegar a la democracia, no salvar la cara a unos asesinos que atentan diariamente contra todo aquello en lo que creemos. El socialismo español no tiene ningún inconveniente en aplicar un doble rasero a las dictaduras de este mundo. Si son de derechas sólo cabe el mayor de los desprecios y las condenas más firmes que conseguirse puedan. Si, por el contrario, son hijas del socialismo hay que comprender que si cometieron «excesos» fue por culpa del «capital», de la «burguesía», de la «reacción clerical»... pero que en todo momento primó la voluntad de lograr la auténtica libertad y la justicia social. De lo que se trata es de salvar la legitimidad del principio revolucionario, tan caro para el socialismo como incompatible con la democracia. España no sólo ha perdido una votación más. Sobre todo, se ha dejado en el camino buena parte de su autoridad en asuntos latinoamericanos.