La tentación totalitaria

por Florentino Portero, 29 de diciembre de 2009

 

(Publicado en ABC, 29 de diciembre de 2009)
 
Tras los primeros momentos de excesos característicos de toda revolución, el régimen islamista de los ayatolás, presidido por su líder Jomeini, apostó por el autoritarismo frente a la tentación totalitaria. El nuevo régimen ocupó el espacio de poder necesario para controlar la situación y dirigir el país hacia los objetivos que se habían trazado. No requerían más. A diferencia de otras dictaduras no se sentían impelidos a hacerse con todos y cada uno de los resortes de poder. Sin embargo, con el paso del tiempo las cosas han cambiado. Los actuales dirigentes son conscientes del limitado apoyo popular y eso los empuja a avanzar hacia el totalitarismo.
 
Primero fue la percepción de que la revolución se había empantanado ante la corrupción en la que habían caído algunos de sus dirigentes, la pérdida de fervor islamista y la incompetencia a la hora de resolver los problemas cotidianos de la gente, empezando por la economía. Ahmadineyad encabezó una revuelta dentro del propio Régimen, respaldada por la poderosa Guardia Revolucionaria y un sector de la jerarquía chií, para rectificar la deriva conformista y volver al fervor de los primeros días.
 
Luego fue la constatación de que las fuerzas que habían dado cohesión al Régimen estaban definitivamente divididas. El radicalismo de Ahmadineyad llevó a políticos y miembros de la jerarquía a una oposición frontal que ha puesto en peligro la propia viabilidad de la revolución jomeinista.
 
El Gobierno de Teherán ha reaccionado ante las manifestaciones continuas contra el pucherazo electoral y su arbitraria forma de actuar mediante el asesinato y la represión. Es una vieja historia que hemos visto repetida en diversos procesos revolucionarios. En Francia todo acabó con la restauración de los Borbones. En China, por el contrario, los comunistas supieron controlar la situación. En Irán, las dos opciones son posibles.