Margallo y Palestina: Una proposición indecente

por Rafael L. Bardají, 18 de noviembre de 2014

El 18 de enero de 2012, recién estrenado como ministro de asuntos exteriores, García Margallo se ofreció a dar el discurso de bienvenida de los premios Samuel Hadas, organizados por la embajada de Israel en España y que se entregaban en la sede del gobierno regional. Abrió su discurso con el tradicional “Yo soy un gran amigo de Israel”, declaración que teóricamente estaba muy bien, pero que, a juzgar de algunos de los asistentes, estropeo al añadir “Yo no pido el boicot a Israel”.  Faltaría más que un miembro de nuestro gobierno se alineara con las tortuosas e injustas campañas que aspiran a hacer de Israel un estado paria y de los judíos los leprosos del Siglo XXI.

Pero la verdad es que cuando un europeo se autoproclama “amigo de Israel” es para echarse a temblar. Y el caso del ministro de Exteriores no es una excepción. Todo lo contrario.

Mañana se discute y vota una proposición no de Ley en el Congreso de Diputados, presentada por el grupo socialista, y que reclama del Gobierno el reconocimiento inmediato del estado palestino. Hasta antesdeayer, la posición oficial de España era que, en palabras del propio Margallo, ese reconocimiento sólo de produciría si dicho acto supusiera una contribución al proceso de paz entre israelíes y palestinos. Sin embargo, este fin de semana se ha autocorregido y ha anunciado que España reconocerá al Estado Palestino “cuando exista el convencimiento de que la negociación no avanza”.

Si la frase recogida por varios medios y comentaristas es exacta sólo me cabe concluir que nuestro ministro de exteriores es un clamoroso ignorante, un manipulador indecente, o un cobarde político. O todo a la vez.

Por partes. Pensar que reconocer al estado palestino hoy puede contribuir a alcanzar un acuerdo de paz mañana significa desconocer tanto el pasado de las conversaciones, como la realidad actual y las perspectivas de futuro. Significa no saber nada de lo que se cuece en la zona, de hecho. Si las conversaciones están estancadas actualmente se debe, en gran medida, a que los líderes palestinos ha elegido el camino de la unilateralidad y no el de la negociación.  Quieren imponer desde fuera de la mesa de negociación lo que no quieren discutir en ella. No fue Israel quien rechazó el generoso acuerdo marco pergeñado por el secretario de estado norteamericano John  Kerry, sino la llamada Autoridad Palestina (como no fue Ehud Barak o Ehud Olmert quienes huyeron de un acuerdo en su día, sino Arafat y el mismísimo Abbas).

Por tanto, reconocer unilateralmente el Estado Palestino no favorece la paz sino que premia a unos dirigentes que se niegan a sentarse con el gobierno de Jerusalén para poder mantener unas negociaciones serias. Es más, fortalece a aquellos más radicales que sólo creen en la fuerza y no en la negociación. Al fin y al cabo, estarían logrando lo que quieren gracias a los “useful idiots” (por usar una expresión de Lenin ahora que vuelve a estar de moida en España) de los europeos.
Una medida poco eficaz porque premia a unos, quienes no quieren negociar, y lógicamente castiga a otros, a quienes defienden el camino de Oslo, a saber, que el acuerdo para una paz duradera sólo puede nacer del acuerdo entre las partes. De la negociación. Eso es lo que ayer recordó el homólogo alemán de García Margallo en Jerusalén, el socialista Frank-Walter Steinmeyer. Claro que seguro que nuestro gobierno habrá estado muy ocupado con la independencia de Cataluña y no habrá tenido tiempo de leerle.

En segundo lugar es una indecencia y una inmoralidad querer presentarse como un actor o imparcial o mediador que no quiere favorecer a una de las partes, cuando de hecho eso es lo que se busca.  El ministro español puede ignorar si quiere lo que ocurre en realidad sobre el terreno, pero no puede hacer la vista gorda a algunos detalles nada irrelevantes. Como por ejemplo, que la fuerza de sus palabras no van a significar que el aclamado estado palestino nazca de la noche a la mañana y que, de hecho, es una declaración simbólica de castigo a Jerusalén. Así de claro. No sé si a Margallo le gustaría que Obama le azotase por no lograr recuperar Gibraltar, pero básicamente eso es en lo que él está cayendo en este tema.

Es más, Margallo no puede dejar de lado el hecho que el actual gobierno palestino está basado en un acuerdo y cuenta con el apoyo explícito de un grupo, Hamas, que está designado por su querida UE como una organización terrorista. Un grupo que por sus acciones terroristas, indiscriminadas y genocidas debería ser llevado al Tribunal Penal Internacional. Si no fuera por la colaboración existentes entre Israel y la Autoridad Palestina, Hamás estaría hoy gobernando Cisjordania (o Judea y Samaria). ¿Es que nuestro ministro ama tanto al estado que poco le importa si está regido por terroristas, no es democrático o se cimenta en la corrupción familiar? Dada la generosidad con la que promete nuestro dinero,  me gustaría escuchar una respuesta.

Finalmente, puede que sus declaraciones respondan únicamente a una táctica política de acercarse al PSOE, que no crea en nada de lo que dice y que sus palabras estén al servicio de un horizonte electoral que se augura problemático. Seria una pena. Una pena repugnante.  En un momento donde todo el Oriente Medio está en llamas, donde nuestros vecinos del sur pueden caer bajo el influjo de los elementos jihadistas más radicales (no descuidemos que el califa del Estado Islámico ha adoptado bajo su manto a organizaciones en Marruecos, Argelia y Libia), donde se aspira a dar una imagen de fortaleza a fin de doblegar la ambición nuclear de Irán… ¿es este el momento de abandonar al único aliado que tenemos en la zona? Sobre todo si es por asegurarse unos pocos votos o, aún peor, por tener que oponerse al PSOE en el Parlamento.

Pues yo creo que sí es la hora de decirle no al PSOE; de decirle no a la demagogia antiisraelí; de decirle no al antisemitismo de la izquierda y la derecha española; de decirle no a los palestinos que nos encandilan mientras promueven intifadas a cámara lenta. Si de verdad el ministro Margallo quiere una paz entre israelíes y palestinos lo que debería estar haciendo es denunciar la manipulación informativa, la incitación a la violencia, la lucha contra el jihadismo, incluso palestino,  y reforzar a quienes quieren el diálogo y no premiar a los enemigos de la conversaciones.
Pero no lo hará. Por una razón sencilla. La política exterior española sigue enraizada en las líneas maestras dibujadas por Zapatero. Véase Cuba y la próxima visita a la Isla de nuevo acercamiento al régimen. O Venezuela, donde sólo buscamos no ofender al impresentable de Maduro. No, desgraciadamente España no ha recuperado con el actual gobierno el compás moral por el que votaron millones de españoles hastiados de Zapatero Y por eso España reconocerá más pronto que tarde un estado palestino que no existe ni va a existir y con nuestras decisiones sólo complicaremos aún más que pueda llegare a ser algún día.  El justo castigo que nos aguarda es que los palestinos reconozcan Cataluña. Nos lo tendríamos merecido.