Matemáticas electorales

por Rafael L. Bardají, 6 de septiembre de 2019

Ahora que con septiembre empieza el curso político conviene recordar algunos principios básicos, casi de parvulitos, dado que el fantasma de las elecciones suele poner de los nervios a los más afectados: escañeables y quienes se ganan el sueldo vendiendo sus opiniones sobre los primeros. Para empezar, que eso que se llama “cálculo electoral” poco tiene que ver con las matemáticas y las ciencias exactas. Los electores son seres relativamente racionales, pero también volátiles por lo que predecir el resultado de unas elecciones siempre está abierto a una gran subjetividad por parte de quien se atreve a hacerlo. De hecho, muchas encuestas se publican más con el ánimo de influir que con el de predecir.

 

El otro días me llegó por una de las múltiples redes sociales de cuyo nombre no quiero acordarme la foto de un cartel de un negocio, pegado en el cristal de la puerta tras la típica reja de seguridad. Y rezaba así: “Las tardes de Agosto sólo abrimos por las mañanas”. Sólo de la mano de Einstein se puede entender  tamaño planteamiento. Cuento esto para  que se entienda otra de las grandes leyes de la matemática electoral: que la suma de 1+1 nunca es igual a 2, sino a menos que dos. No hace falta irse muy lejos ni muy atrás, bástenos de momento la mala experiencia de Podemos e Izquierda Unida, por ejemplo.

 

Y si 1+1 electoralmente es menos que 2, se deriva que 1+1+1 será menos que 3. Esto hay que saberlo ahora que todas las voces que quieren controlar desde sus púlpitos el “centro centrecha” y la “derecha derecha” abogan por una “refundición” de todo lo que está a la diestra de Sánchez. No se si por loes efectos de la Logse o por la decadencia del castellano, se confunde “refundación” con “refundición”, pero quiero subrayar que, en efecto, la conjunción de PP, C’s y Vox sería, en efecto, una “refundición”, esto es, se fundirían ellos solos, como los plomos, perdiendo más que ganando. Por una sencilla ley: muchos votantes que no tragan a los otros coaligados o cambian su intención de voto o no votan. Así de claro. Por eso quien cree que 1+1+1 es igual a 100+100+100, o sea a 300%, no cae en la cuenta de lo lógico es que acabase siendo 80+75+70, esto es, un 225%. 

 

Convénzase, no hay voto útil ni voto inútil, sólo su voto que es el correcto aunque no siempre gane. En todo caso, como se suele decir en América, “la democracia tiene que ser algo más que cinco lobos y una oveja votando qué hay para cenar”. No permita, querido votante, que le coman.