Otra "guerra olvidada"

por Adam Wolfson, 28 de diciembre de 2005

A todos nos gustaría que fuese así, pero la guerra aún no ha terminado. Y ocasionalmente, todavía hay brotes de violencia. No, no es la guerra de Irak. Es la Guerra Fría entre la libertad de Occidente y la tiranía comunista.
 
La pequeña localidad china de Dongzhou se encuentra al frente de esta moribunda lucha. Hace unas semanas, la policía antidisturbios abrió fuego sobre la población con sus armas automáticas, matando a docenas. La gente del pueblo protestaba porque el Partido Comunista había expropiado sus tierras para construir una nueva central eléctrica.
 
Estos desdichados ciudadanos son simplemente las más recientes víctimas del comunismo, hasta ahora la ideología más sangrienta ideada por el ser humano. En nombre del comunismo, la Unión Soviética asesinó a 20 millones de personas en purgas, hambrunas y el tristemente célebre gulag. En nombre del comunismo, Mao y otros líderes comunistas masacraron a unos 50 millones de personas con el Gran Paso Adelante, la Revolución Cultural, en la masacre de Tiananmen y otros “experimentos socialistas”. En nombre del comunismo, más de 100 millones han sido asesinados en el mundo entero.
 
Demasiadas víctimas yacen olvidadas en tumbas sin nombre. Debemos corregir este trágico olvido. Es hora de construir un monumento adecuado para las víctimas del comunismo.
 
Tengo el honor de ser el presidente de la Fundación “Monumento a las víctimas del comunismo” (http://www.victimsofcommunism.org/)  que ha sido autorizada legalmente para diseñar, construir y mantener un monumento en Washington DC en honor a las víctimas del comunismo. El gobierno nos ha dado un trozo de terreno en el Capitolio, a 2 calles de Union Station. Ésa es toda la contribución federal a este valioso proyecto; todo lo demás se financia gracias a contribuciones privadas.
 
Nuestro monumento será una réplica de bronce de la estatua de la Democracia, de más de 3 metros de altura, erigida por los estudiantes pro democracia de la Plaza Tiananmen en la primavera de 1989 y que luego fue destruida por los tanques comunistas chinos.
 
En la parte delantera del pedestal de la Estatua a la Democracia, cuyo diseño se basa en nuestra propia Estatua de la Libertad, llevará grabadas las palabras “En honor a las más de 100 millones de víctimas del comunismo y a los que aman la libertad”.
 
En la parte trasera del pedestal estarán las palabras: “Por la libertad y la independencia de toda nación y pueblo cautivo”. Estas palabras recordarán a los visitantes que una quinta parte de la población mundial sigue viviendo todavía bajo el comunismo, una lamentable realidad que está demasiado olvidada, especialmente por los americanos.
 
Los americanos tenemos suerte. Nunca hemos tenido que preocuparnos de que alguien venga a tocar la puerta de casa en medio de la noche y encontrarnos con agentes de la policía secreta listos a sacarnos a rastras de nuestros hogares. Nunca hemos tenido que sufrir los horrores de los campos de reeducación diseñados para destrozar la mente y el cuerpo de los disidentes. Nunca hemos tenido que ver a familias enteras, ciudades enteras y hasta pueblos enteros siendo deportados o liquidados en nombre del comunismo.
 
Nunca hemos tenido que sufrir de esta manera, pero para muchos millones de personas en el siglo pasado, estos horrores eran la realidad cotidiana en sus vidas. Hoy en día, las dictaduras comunistas que quedan siguen perpetuando el legado leninista de miedo e intimidación.
 
En Cuba, Fidel Castro ha silenciado cualquier oposición a su dominio, colocando a los disidentes políticos en celdas de concreto sin luz y sin muebles por espacio de hasta 20 años. En China, miles de disidentes son encarcelados en el laogai, campos de trabajos de esclavos que son el equivalente chino del antiguo gulag soviético. Otros, como mencionábamos anteriormente, mueren a tiros en las calles. En Corea del Norte, toda la población vive en una pesadilla totalitaria, marcada por la inanición y las ejecuciones públicas en masa.
 
Las muertes y la opresión ocasionadas por el comunismo a nivel mundial no tienen parangón en la historia de la humanidad. Nada, ni la guerra, ni la peste, se le compara.  Cuando le preguntaron quiénes eran las víctimas el comunismo a un ex prisionero del gulag soviético respondió: “Todos los que vivieron en el siglo XX han sido víctimas del comunismo”. Ése es el verdadero coste del comunismo: Un holocausto que ha durado casi un siglo.
 
Por supuesto que el comunismo está en declive gracias a líderes inspiradores como Ronald Reagan, el Papa Juan Pablo II y Margaret Thatcher y gracias a millones de soldados anónimos que sirvieron en el frente durante décadas. Finalmente, desaparecerá por completo. Y eso hace que el monumento sea aún más esencial.
 
Cuando en años venideros la gente venga a ver nuestro monumento y lea que 100 millones murieron como resultado de la tiranía comunista, recordarán lo afortunados que son al vivir en un país libre y la importancia de resistir contra la tiranía en el mundo entero.

 
 
Lee Edwards es especialista en pensamiento conservador de la Fundación Heritage y Presidente de la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo.
 
©2005 The Heritage Foundation
©2005 Traducción por Miryam Lindberg
 
GEES agradece a la Fundación Heritage el permiso para publicar este artículo.