Siria como polo de atracción de yihadistas

por Carlos Echeverría Jesús, 21 de junio de 2012

 

El conflicto sirio, que cada vez se aproxima más al escenario de una guerra civil – para el que aún faltan una fractura profunda y significativa de las Fuerzas Armadas, la “liberación” por los rebeldes de parte del territorio y el reconocimiento internacional suficiente de un poder alternativo (¿el Consejo Nacional Sirio?) al del régimen de Bashar El Assad -, lleva meses convirtiéndose en un polo de atracción de combatientes yihadistas de diversos rincones del mundo, como antes lo fueron Bosnia-Herzegovina, Chechenia, Afganistán o Irak. La creciente presencia de combatientes norteafricanos, particularmente de libios, tunecinos y marroquíes, y la reciente muerte de un ciudadano español – el taxista ceutí Rachid Wahbi – nos obligan a analizar en profundidad esta preocupante realidad, tanto en términos de actualidad como de tendencias.
 

La definición del escenario de combate sirio por los yihadistas

 
Si antes Bosnia, Afganistán o Irak fueron atractivos como campos de batalla para combatir a apóstatas y a infieles, en Siria sólo se combate a los primeros. Esto, que para algunos puede parecer sorprendente, en realidad no lo es tanto dado que para el yihadismo salafista el combate más sagrado ha sido siempre, y sigue siéndolo, el desarrollado contra los musulmanes desviados, contra los malos musulmanes, es decir, contra los apóstatas. Entre estos figuran tanto los shiíes, heterodoxos del Islam y la minoría alauí en el poder en Damasco lo es, como los suníes que no abrazan la ideología yihadista salafista. Entre estos últimos figuran por supuesto la inmensa mayoría de los creyentes en el Islam ortodoxo, los suníes, sean estos gobernantes hostiles o sean simples ciudadanos que, al no levantarse contra dicho enemigo, son automáticamente considerados aliados y apoyos de este.
 
La progresiva elaboración de un frente yihadista en Siria ha seguido varios pasos, coherentes con el saber hacer de Al Qaida y de los demás grupos y células del yihadismo salafista que, por su propia naturaleza, es universalista y no desperdicia ningún conflicto potencial o real que pueda instrumentalizar a su favor. Desde el elemento estimulador representado por la cúpula de Al Qaida – y particularmente de Ayman Al Zawahiri pues a Osama Bin Laden no le dio tiempo, entre el estallido de las revueltas en Siria el 15 de marzo de 2011 y su eliminación por los SEAL en Pakistán en mayo del mismo año, a elaborar “doctrina” con respecto a tan emblemático escenario como es el sirio -, hasta la reactivación de grupos yihadistas locales en el país, la fertilización yihadista del campo de batalla yihadista en Siria no ha hecho sino avanzar en progresión geométrica.
 
En cuanto a los grupos locales de corte yihadista en suelo sirio estos no son nada desdeñables, tanto si tenemos en cuenta los antecedentes representados por las revueltas protagonizadas por los Hermanos Musulmanes hace una treintena larga de años – entre las décadas de los setenta y los ochenta, entre 1976 y 1982, reprimidas con saña (Hama, febrero de 1982) pero cuyas raíces no fueron arrancadas del todo – como si consideramos la más reciente activación de rutas de acceso de yihadistas para alimentar el campo de batalla iraquí durante la pasada década. El protagonismo hoy de un grupo yihadista como es Jabhat Al Nusra es buena muestra de ello, y su activismo armado siguiendo el “modus operandi” de Al Qaida es cada vez más visible por lo letal de sus acciones.
 
Antes que en Siria, los yihadistas se han hecho visibles durante las revueltas árabes, particularmente en Yemen o en Libia pero también, aunque en menor medida al menos hasta la fecha, en Túnez o en Egipto. Aunque a algunos les tranquiliza el hecho de que dicha presencia yihadista no es mayoritaria en ninguno de esos escenarios, siendo la mayoritaria la representada por un amplio abanico de fuerzas opositoras, lo cierto es que, en términos de determinación y de supervivencia futura, los yihadistas suelen ser los combatientes más correosos y, por ello, los más preocupantes pues su presencia suele perdurar incluso después de que, de una forma u otra, el régimen al que combaten todos ellos – o el dirigente del mismo, como en Egipto – haya sido defenestrado. Hay por ello una regla que inquieta, y es que allá donde los yihadistas se establecen con la excusa de combatir a un tirano, ya no se van incluso aunque dicho tirano haya sido desplazado del poder, y ello es así porque, no lo olvidemos, su objetivo último no es acabar con el tirano y compartir el poder con sus compañeros de “trinchera” (el Ejército Sirio Libre, entre otros) en términos de avance democrático, sino instaurar una nueva dictadura que, de asentarse, podría ser incluso más feroz que la previamente derribada. En términos doctrinales las páginas Web yihadistas y los comunicados de Jahbat Al Nusra no pierden ocasión de mostrar las diferencias en términos de forma y fondo entre una revuelta o rebelión (en árabe, muqawama) y el mucho más ambicioso Yihad en términos guerreros que, no lo olvidemos, es lo que ellos propician.
 
Mientras el régimen de El Assad no caiga no se podrá confirmar lo dicho, pero en términos de comportamiento de los actores yihadistas y en términos de comparación con otros escenarios previos sí podemos extraer conclusiones sobre lo que, con altísima probabilidad, podría pasar en Siria en un futuro más o menos cercano, dependiendo esto último de la capacidad de resistir que muestre el régimen de El Assad frente a una ofensiva cada vez más fuerte y que le llevará a un desgaste imparable.
 

Los actores yihadistas sobre el terreno

 
El grupo Jahbat Al Nusra anunció oficialmente su presencia en el campo de batalla sirio el 24 de enero de 2012, diez meses después de que estallaran las revueltas en el país árabe. Muy en la línea habitual de los yihadistas este grupo declaró en primer lugar la guerra al régimen apóstata de El Assad – ahondando en el perfil shií del mismo y en su carácter de peón del conspiratorio régimen iraní que desearía restaurar el Imperio Persa haciéndose para ello con, entre otras cosas, el control de Siria - pero también al creciente abanico de actores foráneos que se iban viendo involucrados en el conflicto interno de Siria, desde la vecina Turquía hasta la Liga Árabe y pasando, obviamente, por los países occidentales que propiciaban la oposición interna y exterior al poder de Damasco o que a día de hoy siguen tratando de imponer el Plan Annan.
 
En su acelerada carrera Jahbat Al Nusra no pierde ocasión para mostrar su animadversión tanto con respecto al Consejo Nacional Sirio, formado por una colección variada de opositores particularmente de la diáspora siria que para los yihadistas no es sino un juguete en manos de infieles, como con respecto al Ejército Sirio Libre y a otros grupos menos relevantes de la oposición en el interior, incluyendo aquí incluso a los Comités de Coordinación Locales.
 
El despliegue teórico y doctrinal de Jahbat Al Nusra se ha visto acompañado, lógicamente, por un creciente activismo terrorista que pone el broche a su existencia como actor yihadista. En una aproximación cronológica, y ajustándonos sólo a lo que Jahbat Al Nusra ha reivindicado como propio, nos referiremos aquí a los dos atentados suicidas realizados en Alepo el pasado 10 de febrero, que provocaron 28 muertos; al atentado suicida producido el 3 de marzo contra un control militar en el distrito de Rawda, en Deraa, que provocó siete muertos; a los atentados también suicidas lanzados contra la Dirección de Policía Criminal y contra la sede de la Seguridad Aérea (Inteligencia), ambos en Damasco el 17 de marzo, que provocaron un total de 27 muertos; al ataque de 20 de abril contra una unidad militar a la que se acusaba de haber realizado una matanza en la localidad de Al Latamina; al ataque contra el Centro Cultural Iraní, en Damasco el 24 de abril; al ataque suicida contra la mezquita alauí de Zain Al Abideen situada en el barrio capitalino de Maydan, el 27 de abril; a varios ataques suicidas simultáneos en la localidad de Idlib, el 30 de abril; o a los ataques con bombas lapa pegadas en sus vehículos contra varios cuadros del régimen. En términos propagandísticos todas esas acciones han sido oportunamente reivindicadas a través del Foro “Ansar Al Muyahidin”, en Internet. El ataque contra la Mezquita de Zain Al Abideen costó la vida a once personas y fue realizado por un terrorista disfrazado de militar, y los también suicidas producidos tres días después, el 30 de abril en Idlib, provocaron también en el momento nueve muertos.
 
El macroatentado suicida realizado el 10 de mayo contra la Oficina de Inteligencia Militar Palestina y que provocó 55 muertos, merece mención aparte. Con él, reivindicado por Jahbat Al Nusra el 12 de mayo, vemos cómo el resultado de los atentados va alcanzando el nivel letal propio de los mejores tiempos de los ataques de Al Qaida y sus franquicias en lugares como Afganistán, Argelia, Irak o Pakistán. Es interesante resaltar como en un principio Jahbat Al Nusra rechazó la autoría de este último ataque lanzando insinuaciones sobre el carácter “fabricado” del atentado, para luego reivindicarlo dos días después de su ejecución: en esa línea recordemos cómo Al Qaida en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) negó en abril de 2011 la autoría del atentado contra el Café “Argana” de la Plaza Jemaa El Fna de Marrakech, si bien en aquella ocasión los terroristas de la franquicia de Al Qaida en el Magreb y en el Sahel sí se felicitaron por el resultado en términos de muertes de “cruzados y judíos”.
 

La internacionalización del conflicto sirio desde la perspectiva yihadista salafista

 
Aunque “internacionalización” no es en ningún caso el concepto correcto – dado que los yihadistas no reconocen la existencia de naciones ni de Estados, siendo el mundo uno en términos de Umma o comunidad de los creyentes en la única y verdadera religión, el Islam – sí podemos y debemos utilizarlo en términos de comprensión de lo que a continuación vamos a analizar. Para ilustrar tal percepción podemos recordar cómo en los llamamientos más recientes, y que tienen que ver con Siria y el combate yihadista en su suelo, el ideólogo yihadista jordano Muhammad Al Tahawi insiste por ejemplo en la necesidad de evitar combatir hombro con hombro con paganos o bajo cualquier bandera o estandarte que sea resultado “de las fronteras fijadas por Sykes-Picot”, rememorando con ello los acuerdos que en la segunda década del siglo XX, en 1916, fijaron en buena medida las fronteras políticas hoy existentes en Oriente Próximo y Medio. Es por ello también destacable que, cuando los yihadistas hablan de este nuevo frente abierto de combate sagrado, no se refieren a Siria sino al Yihad en las tierras “de Levante”, de la misma manera que los magrebíes hace años que no hablan del Magreb “árabe” sino “de las Tierras del Magreb Islámico” entendiendo además por Magreb no la suma de cinco Estados – la Unión del Magreb Árabe (UMA) – sino el Magreb en términos geográficos que significa el Poniente. Recordemos de nuevo en ese sentido el muy pedagógico vídeo de Osama Bin Laden de 7 de octubre de 2001, emitido por Al Jazira el mismo día en que se producía el ataque de la Coalición internacional contra el régimen de los Talibán afganos, y en el que el entonces emir de Al Qaida se despachaba a gusto con una “clase” de historia de los agravios sufridos por árabes y musulmanes en la que se detenía en temas técnicamente tan curiosos como los Mandatos de la Sociedad de Naciones (SDN) y sus consecuencias en la región. A las susodichas dos figuras en términos ideológicos y pseudorreligiosos hemos de añadir en términos de esfuerzos movilizadores desde Internet, las redes sociales y los medios de comunicación de masas los trasmitidos por individuos tan peligrosos como el jordano-palestino Abu Qutada, que recientemente se ha visto protegido por el manto en ocasiones excesivamente garantista del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del Consejo de Europa, por el mauritano Abu Mundhir Al Shinqiti, que tiene su impronta en AQMI pero también a escala global, el kuwaití Hamid El Ali, el libanés Bilal Duqmaq, o el yemení Abdul Majeed Al Zindani, entre otros.
 
Al igual que antes sucediera en frentes convertidos por algunos en yihadistas en lugares tan alejados entre sí como Afganistán en los setenta, Bosnia-Herzegovina y Chechenia en los noventa, o Irak y de nuevo Afganistán en la pasada década, Siria está hoy en vías de convertirse en un nuevo frente de combate internacionalizado. Los llamamientos para que esto sea así proceden no sólo de Jahbat Al Nusra sino también y sobre todo del propio Al Zawahiri, quien en febrero de 2012 y como emir de ‘Al Qaida Central’ lanzaba a través de la red el inquietante mensaje. Este era emitido a través del instrumento de comunicación yihadista por antonomasia, “Al Sahab”, heredero de “La Voz del Califato”, y se lanzaba además con el objetivo inmediato de sensibilizar a turcos, iraquíes, jordanos y libaneses, es decir, los habitantes de los Estados musulmanes limítrofes con Siria, para que dieran el paso en términos de compromiso con sus hermanos levantados en armas contra el régimen apóstata e impío de Bashar El Assad. Recordemos además que en Irak el llamamiento era recibido directamente por el siniestro grupo Estado Islámico de Irak, que cuenta con una peligrosísima especialización en la elaboración de artefactos explosivos para atentar vía suicidas o no, y en Líbano por los restos de otro grupo también yihadista armado, Fatah El Islam, que se enfrentó violentamente con las Fuerzas Armadas libanesas en 2008 provocando la muerte de 14 militares, o el más reciente en cuanto a su visibilidad en la red Brigadas Abdallah Azzam, que rememora con su denominación al cofundador junto con Bin Laden de la red Al Qaida. El problema añadido a este llamamiento ya de por sí preocupante es que, además, movilizaba a individuos de países más lejanos pero que podían darse también por aludidos por el mismo, y que en lo que al Magreb respecta veremos a continuación con más detenimiento.
 
Al Zawahiri ya había llamado al derrocamiento de El Assad, azote de yihadistas como lo fue su padre, Hafez El Assad, en concreto en julio de 2011, cuando para algunos despistados Al Qaida andaba dando tumbos “superada” por las revoluciones democratizadoras en marcha en varios rincones del mundo árabe. Si bien es cierto que en aquel llamamiento el nefasto médico egipcio no evocaba la internacionalización del Yihad guerrero con escenario en Siria, en sus palabras estaba y está y estará siempre presente la misma dado que para el yihadismo salafista cualquier frente abierto forma parte de un campo de batalla global al que cualquier combatiente sagrado está llamado sin que para acudir tenga que recibir invitación alguna (vean si no cómo llegan extranjeros en las últimas semanas y meses al norte de Malí, un espacio geográfico más grande que Francia donde los yihadistas están imponiendo su ley ante la irresponsable apatía del resto del mundo).
 
Así, con gentes tan peligrosas en términos movilizadores y de sugestión colectiva como son Al Tahawi en Jordania o Al Shinqiti en el Magreb, por no hablar del incombustible Abu Qutada desde suelo europeo, pero todos ellos globales gracias a la mundialización de las comunicaciones, es normal que haya decenas de detenidos de diversas nacionalidades dentro y fuera de sus países cuando intentaban dirigirse a Siria para combatir, y que haya también decenas de extranjeros muertos o detenidos en suelo sirio. Algunos quieren tranquilizarse y tranquilizarnos afirmando que Siria no es Irak, o que la envergadura de la movilización yihadista internacional no va a repetirse ahora, o incluso que el compromiso de los yihadistas y el papel de Al Qaida ahora están mucho más diluidos que hace una década. No obstante, lo que habría que preguntarles a dichos optimistas es que si no creen que un frente de combate como es el sirio, que por su propia naturaleza va a ser de larga duración pues el régimen de El Assad aún puede resistir mucho tiempo, puede alimentar niveles de compromiso combatiente que deben de preocuparnos, y también que si no creen que esas revueltas/revoluciones árabes que ellos han adjudicado precipitadamente a sectores no islamistas están evolucionando de forma preocupante en escenarios como Yemen, Libia o incluso Túnez.
 
Si hace algo menos de una década muchos yihadistas entraron en Irak desde suelo sirio, hoy otros muchos hacen lo propio en sentido contrario, dirigiéndose hacia Siria procedentes de Irak y de otros países, tanto limítrofes como más lejanos del orbe islámico. Desde Irak habrían entrado según algunas fuentes tanto individuos como contingentes de armas ligeras, estas últimas procedentes de Mosul, en los primeros meses de este año. Por Líbano entran también yihadistas en Siria, y el mejor ejemplo demostrativo de tal infiltración lo pone la muerte en combate de Abdel Ghani Jawhar, líder del grupo Fatah El Islam cuyo fallecimiento se habría producido, según sus próximos, el pasado 20 de abril en la localidad siria de Qusair, cerca de la frontera libanesa. También de Jordania han acudido voluntarios yihadistas a Siria, y ha habido tanto bajas como detenidos entre ellos según los medios de comunicación del país.
 
Los libios, que ya tuvieron su protagonismo en términos yihadistas en el Yihad guerrero en Irak, tal y como lo atestiguaron los documentos de identidad intervenidos por fuerzas estadounidenses a Al Qaida (con combatientes inventariados entre agosto de 2006 y agosto de 2007), en Sinjar, en suelo iraquí próximo a la frontera siria en 2007, han sido identificados en las filas de combatientes yihadistas detectadas ahora en Siria. Miembros de la milicia de Abdelhakim Belhadj, hoy Gobernador Militar de Trípoli y antaño elemento de Al Qaida detenido por los estadounidenses y entregado al régimen de Muammar El Gadaffi, han sido identificados en diversos momentos en los últimos meses por periodistas y otros observadores extranjeros en distintos escenarios de combate en Siria.
 
En cuanto a los tunecinos, recordemos que estando presentes ahora en Siria también lo estuvieron antes en Irak, incluyendo su reflejo en las piezas de identidad de Sinjar. Si antes se trasladaban a Irak a través de Libia, Egipto y Siria, ahora llegan a este último en mayor medida a través de Europa accediendo al mismo por Turquía. Ello desdice en cierta medida a quienes aseguran que el acceso por Turquía sería algo así como un filtro natural que impide el paso a los yihadistas, siendo “nacionalistas” o una especie de “brigadas internacionales” solidarias pero no contaminadas por el yihadismo salafista los combatientes que siguen dicho itinerario a través de este país de la OTAN. Tras tal argumento se escondería además un preocupante reconocimiento de que las autoridades turcas podrían estar facilitando dicha infiltración de combatientes extranjeros en suelo sirio, violando con ello la letra y el espíritu de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, incluyendo el famoso Plan Annan. Volviendo a Túnez, recordemos que en la lista facilitada por el Embajador de Siria ante la ONU, Bashar Jaafouri, al Consejo de Seguridad el pasado 10 de mayo, de los 26 extranjeros detenidos por las fuerzas de seguridad sirias 20 pertenecerían a Al Qaida siendo la mayoría de ellos tunecinos. Aunque la fuente pueda parecer a algunos ilegítima, la experiencia nos demuestra que en este tipo de circunstancias los regímenes acorralados suelen ser sinceros al dar este tipo de datos pues tratan de que su publicación – y el carácter fidedigno de su contenido - les permita atraerse solidaridades. Además, las propias autoridades tunecinas están hoy demasiado ocupadas tratando de evitar la entrada, y también la salida, de yihadistas del país: la entrada de dos peligrosos predicadores salafistas marroquíes, Omar Hidouci y Hassan Ketani, expulsados ambos de Túnez en mayo por orden del Ministro del Interior, Alí Larayedh, y la salida de individuos como los que van a Siria actuar como yihadistas como antes hicieran aquellos dos tunecinos que el 9 de septiembre de 2011 asesinaron como suicidas de Al Qaida al comandante anti-Talibán Ahmed Shah Massud en Tayikistán.
 
Marroquíes y españoles musulmanes son también citados en los últimos días como contribuyentes al esfuerzo bélico contra el régimen sirio de la mano de las redes del internacionalismo yihadista salafista. La muerte en combate en Siria del taxista ceutí Rachid Wahbi, tras haber viajado al país árabe con otros tres compatriotas el 17 de abril, anunciada a principios de junio, está permitiendo en estos días destapar una inquietante realidad de conexiones entre círculos islamistas radicales a uno y otro lado de la frontera terrestre entre España y Marruecos. Una decena de ciudadanos marroquíes procedentes de Castillejos, localidad cercana a la frontera ceutí de El Tarajal, habrían muerto en las últimas semanas en Siria, y todo ello se añade a la preocupación de las fuerzas de seguridad marroquíes pero también españolas a raíz de la desarticulación de un grupo yihadista armado en Casablanca, el 12 de mayo y que permitió la detención de dieciséis supuestos miembros del Movimiento de los Muyahidin en Marruecos y la incautación de armas ligeras y municiones, y de las andanzas a uno y otro lado de la frontera de yihadistas marroquíes lamentablemente liberados por gracia de Mohamed VI en los primeros meses de 2011 para contribuir a frenar el avance de las revueltas en suelo marroquí.