Estado de descomposición

por Helle Dale, 27 de diciembre de 2007

(Publicado en The Heritage Foundation, 20 de diciembre de 2007)

Cuando Newt Gingrich lanzó su ataque frontal contra el Departamento de Estado norteamericano en 2003, durante la crisis de Irak, mucha gente le aplaudió. “Sin un cambio dramático y valiente en el Departamento de Estado, Estados Unidos pronto se encontrará a la defensiva por todas partes excepto en el aspecto militar. A la larga, ésa es una posición muy peligrosa para que la principal democracia del mundo tenga que verse inmersa en ella. En realidad a largo plazo, es una posición insostenible”. Cuatro años más tarde, a uno no le queda más que admirar la presciencia de este hombre.
 
No mucho después de que Gingrich sacara el tema a colación, el Congreso de Estados Unidos ordenó una revisión de la estructura del Departamento de Estado y de la eficacia de la ayuda exterior de Estados Unidos, una gestión que en la actualidad es una de las funciones del Departamento. En 2004 y 2005, se estableció una comisión para que diera sus recomendaciones y el fruto de su trabajo se publicó a principios de este mes bajo el título de: “Más allá de la ayuda: Ayudar a mejorar la subsistencia de la gente alrededor del mundo”, (HELP por sus siglas en inglés) El informe se ha publicado en un momento en el que los círculos de política exterior están centrados en el debate del concepto “poder inteligente” - una expresión a lo Joseph Nye que también es el título de un nuevo informe del Center for Strategic and International Studies. El concepto de poder inteligente ha sido acogido por el secretario de Defensa Robert Gates, entre otros, que hicieron un llamamiento a favor de un “drástico aumento del gasto en los instrumentos civiles de la seguridad nacional - diplomacia, comunicación estratégica, ayuda exterior, acción cívica, reconstrucción y desarrollo económicos”.
 
Pero, ¿cómo alcanzar la coordinación gubernamental de todos estos elementos? Los comisionados de HELP presentaron 2 opciones principales para la reforma del Departamento de Estado: Uno quitaría al Departamento de Estado el reparto de la ayuda extranjera y haría una agencia a nivel de gabinete, elevando así de forma considerable su estatus y financiamiento. En la práctica, eso significaría deshacer las reformas hechas por la Secretaria de Estado Condoleezza Rice, quien en nombre de la integración política, ha absorbido a la Agencia Americana para el Desarrollo Internacional dentro del Departamento de Estado.
 
La otra opción, apoyada por la mayoría de comisionados, elevaría al Departamento de Estado a super departamento, con cuatro agencias a nivel de sub-gabinete que rendirían informes a la Secretaria. Las 4 agencias son: Comercio y Desarrollo a largo plazo, Crisis humanitarias y Estados Posconflictos, Asuntos Políticos y de Seguridad, y Diplomacia Pública.
 
Sin embargo, queda claro por la experiencia de los últimos 7 años, que a menos que la cultura burocrática y política del Departamento de Estado experimente cambios fundamentales y que verdaderamente sea más receptivo a la política de la administración en el poder, es un precario candidato para aceptar aún más responsabilidades. De hecho, como las cosas están hoy en día, sería una mejor idea reducir el Departamento de Estado y que sólo se dedique al funcionamiento de las embajadas de Estados Unidos. Esto significaría que la política extranjera la fijarían la Oficina Oval y el Consejo de Seguridad Nacional, y que las otras funciones serían autónomas otra vez como sucedió bajo la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y la Agencia de Información de Estados Unidos (USIA).
 
En lo concerniente a la ayuda exterior - componente crucial del “poder blando” - según lo que HELP correctamente identificó, el problema es que se ha gastado miles de millones de dólares en ayuda exterior con muy poco o ningún cambio en la pobreza a nivel mundial. La comisión reconoce el buen enfoque administrativo de la Cuenta para el Desafío del Milenio (Millennium Challenge Account, MCA) como la única que mantiene la promesa de  progreso sostenible, lo cual es una buena noticia. La mala noticia es que el Congreso ha estado muy ocupado recortando los fondos que financian la MCA. El Senado ha propuesto suminstrar sólo la mitad de los 3.000 millones de dólares pedidos por el presidente. En la situación actual, la MCA representa sólo el 10% del presupuesto de ayuda exterior de Estados Unidos.
 
Como Sheila Herrington del Centro para el Desarrollo Global señalaba en su blog, los comisionados de HELP usaron la MCA como ejemplo de buena ayuda al desarrollo que reúne el criterio para el desarrollo efectuado por país.
 
El problema subyacente, que también identificaron los comisionados de HELP, puede que resida en que la secuencia de tiempo para la definición de éxito es demasiado corta - reflejando impaciencia, algo que en el contexto de política extranjera suena terriblemente familiar.
 
Uno no tiene que estar de acuerdo con las conclusiones para reconocer el hecho de que la estructura del Departamento de Estado y los supuestos fundamentales de política exterior, ayuda exterior y diplomacia internacional y pública de Estados Unidos tienen que ir de la mano. Los demócratas y los republicanos saldrán con visiones distintas, pero con una campaña presidencial calentando motores, no hay ningún momento como el presente.


 

 
 
Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en The Wall Street Journal, The Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.
 
 
©2007 Traducido por Miryam Lindberg