La muerte de un dictador: celebrada despedida a Milosevic - y también a Saddam

por Stephen Schwartz y William Kristol, 22 de marzo de 2006

(Publicado en Weekly Standard, edición del 27 de marzo, Volumen 011, Issue 26)
 
Albert Wohlstetter comprendió a Slobodan Milosevic, el dictador serbio que falleció en La Haya donde estaba siendo juzgado por genocidio, mejor que ningún otro estratega americano. Escribiendo en el Wall Street Journal en 1995, Wohlstetter estableció un vínculo directo entre el dictador iraquí Saddam Hussein y el carnicero de los Balcanes: 'La exitosa coalición de la Guerra del Golfo... dejó en el poder una dictadura Baaz... Eso dijo a Slobodan Milosevic, que no era lento aprendiendo, que sería menos probable aún que Occidente... detuviese su propia utilización abierta del Ejército Federal de Yugoslavia para crear una Gran Serbia purgada de no-serbios'.
 
Wohlstetter no fue la única persona en reconocer el mal de Milosevic. Margaret Thatcher fue una destacada defensora de la acción firme y directa contra la agresión serbia. Recordaba con indignación en 1999, 'Occidente podría haber detenido a Milosevic en Eslovenia o Croacia en 1991, o en Bosnia en 1992'. En 1995, Milosevic fue retrasado al menos por los Acuerdos de Dayton, que, sin embargo, dejaron a los serbios bosnios con la mayor parte del país, y que trataron a Milosevic, que les había incitado al asesinato de masas, la violación y el vandalismo total, como una figura más a menos respetable. En 1999, cuatro años después de Dayton, 33 destacados expertos en política exterior, incluyendo a John Bolton y a Paul Wolfowitz, firmaron una declaración pidiendo al Presidente Clinton que pusiese fin 'al pacto con el demonio' firmado en Dayton y que interviniera inmediatamente en Kosovo, la última composición del teatro del macabro de Milosevic. Así lo hicimos, y Milosevic fue detenido.
 
Fue depuesto por sus conciudadanos en el 2000, deportado a La Haya por el gobierno yugoslavo, y juzgado ante un tribunal especial. En el juicio intentó presentarse como un defensor valiente y visionario de Occidente frente a al Qaeda. Según él, el asesinato de ancianos campesinos musulmanes en remotos distritos de Bosnia o Kosovo era un golpe contra el terrorismo islamista. En el 2002, intentó a afirmar incluso que el gobierno norteamericano apoyaba la alegación de que 'mujahedínes' habían luchado en Kosovo. En la realidad, mientras que alrededor de entre 2000 y 4000 'árabes afganos' de respaldo saudí se introdujeron por las buenas en el conflicto bosnio, fracasaron a la hora de influenciar el curso de la lucha, y su forma de islam causó repulsa a los bosnios europeos.
 
Y ahora el animal será enterrado, dejando una herencia de alrededor de 250.000 muertos (musulmanes bosnios en su mayoría), miles de víctimas de violación (también musulmanes bosnios en su mayoría), y los escombros económicos y culturales de la antigua Yugoslavia. Su visión de una Gran Serbia acabó en la práctica en una Serbia Menor, redujo al país a lo que existía en 1911, mas el botín de guerra tomado a los húngaros tras la Primera Guerra Mundial (Vojvodina en el norte) y las posesiones infelizmente adquiridas que podrían desaparecer pronto, Kosovo y Montenegro. Montenegro, anexionada en 1918, prepara un referéndum de secesión de su actual 'federación' con Serbia para mayo de este año, y el 'estatus final' de Kosovo, conquistado por Serbia en 1912, está siendo negociado por la comunidad internacional.
 
Milosevic será recordado como el hombre que, a finales del siglo XX, introdujo las atrocidades en masa en una Europa que las había prohibido ostensiblemente para siempre. El estilo político retro de Milosevic incluyó la 'limpieza étnica' y la expulsión en masa; el internamiento en campos de concentración; terrorismo sexual y torturas grotescas; masacre gratuita de familias enteras, pueblos y hasta el equivalente a una ciudad significativa -- 8000 varones musulmanes en Srebrenica, y la destrucción sistemática de lugares sagrados y referencias culturales. Todo fue perpetrado por bandas ilegales y 'milicias', además del ejército yugoslavo.
 
Algunos 'realistas' occidentales, buscando excusas para no actuar, no pudieron evitar afirmar la equivalencia moral entre Milosevic y sus víctimas. Pero ni los croatas, ni los musulmanes serbios, ni los albano kosovares, atacaron nunca Serbia o Montenegro. En un intento de distanciamiento psicológico de los crímenes del régimen de Belgrado, algunos occidentales hablaron incansablemente acerca de la colaboración musulmana croata y serbia con los Nazis en la Segunda Guerra Mundial, incluso aunque tantos croatas o más de los que ayudaron a los Nazis fueron partisanos antifascistas, y los clérigos musulmanes bosnios intercedieran en favor de las víctimas judías y serbias de los alemanes.
 
Milosevic, el hombre empujado a las portadas por la crisis, era una mediocridad, como Saddam Hussein o, a esos efectos, como su héroe Stalin. Milosevic fue un producto del mandato comunista en una ciudad provincial remota, Pozarevac, en Serbia, y de una cultura burocrática y estrecha. No hay pruebas de que le preocupara el pueblo serbio o las tradiciones serbias; pero ciertamente le encantaba la autoridad sobre otros. Cuando alcanzó el poder, tras abrirse camino a través del sistema de partidos de Tito, solía adoptar una postura de figura histórica mundial. Pero era parecido a Vladimir Putin en Rusia: un cascarón vacío esperando a ser llenado de ideologías nuevas u oportunidades mafiosas de negocio una vez que acabó el comunismo.
 
Que Milosevic fuera un aliado de Saddam es apropiado, como también que matase a unos cuantos musulmanes -- y aliado de otros anti-americanos. El mal encuentra sus compatriotas. Así Irak suministró petróleo a la Serbia pobre energéticamente. Irak contrató con Serbia armamento sofisticado y su mantenimiento. Serbia tuvo un programa de armas de destrucción masiva, incluyendo un esfuerzo por la bomba atómica que data de los años de Tito, solamente clausurado de una vez en el 2002 cuando de un instituto cerca de Belgrado era retirado suficiente uranio altamente enriquecido como para al menos dos bombas atómicas en un esfuerzo conjunto americano-ruso por parte de la Agencia Internacional de la Energía Atómica.
 
Milosevic también fue apoyado, en su momento, por el difunto y deshonrado Yasser Arafat, que hasta le invitó a Belén, territorio de la Autoridad Palestina. (Israel bloqueó el viaje dejando claro que, como buen miembro de Naciones Unidas, arrestaría a Milosevic y le entregaría La Haya). Lo que contaba para la gente como Saddam o Arafat era, por supuesto, la confrontación de Serbia con América, no su tentativa de genocidio de los musulmanes bosnios. Y cuando la coalición liderada por Estados Unidos entró en Irak en el 2003 con el fin de derrocar a Saddam (que a la sazón era una amenaza más directa a los intereses americanos en el 2003 de lo que lo era Milosevic en 1999), muchas de las mismas personas se opusieron también a esa intervención. Algunas actuaron por motivos decentes e hicieron argumentos respetables -- y a algunas simplemente les gustaban los dictadores y odiaban a América. Así terminaron compartiendo Slobodan y Saddam la ayuda legal del desgraciado Ramsey Clark.
 
Pero aún así, el sufrimiento de Bosnia-Herzegovina en la guerra de los Balcanes de 1992-95 tuvo efectos importantes. La pesadilla de Bosnia -- todas esas personas asesinadas solamente por sus nombres, las violaciones, las mezquitas destruidas hasta sus cimientos -- afectaron a los musulmanes de todo el mundo, igual que la aparente indiferencia al horror de gran parte de la 'Europa cristiana'. Después de todo, a la política británica no le había dado forma Lady Thatcher, sino el equipo cruelmente estrecho de miras de Lord Carrington, Lord Douglas Hurd y Lord David Owen. La política norteamericana no siguió el camino recomendado por Ronald Reagan o John McCain. Se basó primero en el pseudo-'realismo' de James Baker y quedó abandonada después a la gracia del falto de escrúpulos Warren Christopher.
 
De modo que los musulmanes de todo el mundo no han olvidado Bosnia. Mientras que los occidentales tienden a despreciar los Balcanes como una zona periférica del mundo islámico, muchos musulmanes ven con respeto el islam bosnio. Precisamente porque sufrió, y se defendió, y sobrevivió como comunidad de fieles islámicos en el corazón de Europa, Bosnia tiene credibilidad y prestigio entre los musulmanes, desde los disidentes saudíes hasta los sufíes malayos.
 
El islam bosnio, que mostró su moderación durante la reciente guerra, representa por tanto un activo real para una Europa que llega a términos con el desafío islámico. En medio del conflicto y los gritos -- y algunas masacres brutales -- acompañando la reciente controversia de las viñetas danesas, el principal clérigo musulmán de Bosnia, Mustafá Ceric, decretaba una Declaración a los musulmanes europeos. En una entrevista con Radio Europa Libre / Radio Liberty acompañando a la declaración, Ceric describía el texto como 'una carta personal... que envía un mensaje a la audiencia occidental de que nosotros, los musulmanes bosnios, no estuvimos deacuerdo con los ataques terroristas de Nueva York el 11 de septiembre del 2001, el 11 de marzo del 2004 en Madrid o el 7 de julio del 2005 en Londres'.
 
En la propia declaración, Ceric escribe con agudeza, 'Los musulmanes no deberían temer pensar en su futuro del mismo modo en que no deberían ser poseídos por su pasado... Los musulmanes no sólo no han producido una idea genuina de globalización, sino que, hablando en general, fracasan hoy a la hora de vivir en un mundo global'. En una introducción a la declaración, Ceric argumenta, 'Los musulmanes tienen que darse cuenta de que la sensación general acerca de su fe en Europa es hoy desfavorable. Los musulmanes europeos tienen que tomar el tema de la violencia en nombre del islam muy en serio, no porque algunas personas odien el islam y a los musulmanes, sino porque el acto de violencia, el acto de terror, el acto de odio en nombre del islam está equivocado... Los musulmanes europeos tienen que desarrollar un programa anti-violencia'. Ceric reprocha a la casta gobernante de los países musulmanes que 'afirme defender al islam, pero, en la práctica... utilice (o desperdicie) al islam con el fin de encubrir sus propios vacíos'.
 
Los bosnios como Ceric sobrevivieron a la época de Milosevic sin entrar en el mal que representaba. Tales bosnios pueden servir como ejemplos morales e intelectuales de musulmanes moderados en todo el mundo. Y los europeos pueden beneficiarse de tratarles como socios de confianza. La muerte de Milosevic no cierra el libro del desastre de las guerras yugoslavas; criminales relevantes continúan libres. Pero el hecho de que los musulmanes de los Balcanes continúen comprometidos abrumadoramente con los valores civilizados es notable. Merece que se les recuerde como gente de buena voluntad que contempla el futuro del islam en Europa y más allá.