Proteger Bagdad es un juego de cifras

por Max Boot, 7 de junio de 2006

El arranque de una coalición de gobierno sugiere que la situación en Irak no es tan sombría como afirman algunos detractores de la guerra. Pero la etapa posterior también muestra que la situación no es tan brillante como algunos partidarios de la guerra creen.
 
Al menos treinta personas fallecían en una serie de atentados y disparos en Bagdad el domingo; muchos más resultaban heridos. Según los estándares de Bagdad, no fue un día excepcional. Pero en cualquier otra ciudad del planeta, se saldría de escala. A modo de comparación, el Condado de Los Ángeles (10 millones de población) tiene como media 1,4 homicidios al día.
 
Los partidarios de la guerra observan que gran parte de la violencia en Irak está confinada a cuatro de las dieciocho provincias. Cierto. Pero no puedes ignorar la continua inestabilidad de la capital. Bagdad es mucho más importante para Irak de lo que Washington es para Estados Unidos. Con 6 millones de residentes al menos, tiene un cuarto de la población del país, y no es únicamente la capital política, sino el centro de medios, negocios y cultura.
 
Es por lo que cualquiera a quien le preocupe el futuro de Irak debería estar alarmado por los postings de un blogger iraquí pro democracia llamado Alaa en messopotamian.blogspot.com. 'La situación en Bagdad se deteriora día a día', escribe. 'Muy pronto, si la situación continúa así, la ciudad va a llegar a una parálisis y detención completa... barrios enteros de la ciudad han caído virtualmente en manos de bandas y terroristas'.
 
Omar Fadhil, otro residente de Bagdad pro democracia que escribe en iraqthemodel.blogspot.com, suplica a las fuerzas de seguridad que hagan más por tener bajo control la capital. Sugiere hacer 'intensas operaciones de acordonamiento y búsqueda', vecindario a vecindario, y montar 'controles inflexibles' en cada carretera que entre y salga de la ciudad con el fin de 'inspeccionar todos y cada uno de los vehículos y a los pasajeros' hasta que 'todo Bagdad sea seguro'.
 
La idea de Fadhil está sacada directamente del clásico libro de contrainsurgencia. Este tipo de estrategia 'limpieza y control' ha tenido éxito en incontables países, más recientemente en Irak, donde una variante fue utilizada el año pasado por el Tercer Regimiento de Caballería para pacificar Tall Afar, una ciudad sunní del oeste de Irak. Lo que funcionó en Tall Afar podría funcionar en Bagdad -- si los gobiernos americano e iraquí proporcionasen las tropas.
 
La pacificación de Tall Afar, una ciudad de al menos 150.000 residentes, exigió 3800 tropas americanas y 5000 soldados iraquíes. Eso es un cociente de un americano por cada 40 civiles. En Bagdad, hay actualmente tres brigadas de combate americanas, o cerca de 8600 tropas. Es un cociente de un americano por cada 698 civiles. No hay duda de porqué la capital es tan insegura.
 
Incluso si se añaden las fuerzas de seguridad iraquíes -- cerca de 9000 soldados iraquíes y 12.000 oficiales de policía nacional desplegados en Bagdad -- existe aún una acuciante ausencia de seguridad. El problema se compone del hecho de que muchos de los iraquíes de uniforme pertenecen a milicias políticas, bandas criminales o grupos insurgentes. Los residentes no saben en quien confiar.
 
Con el fin de controlar la situación, un oficial americano que ha servido en Bagdad me sugería la necesidad de desplegar al menos 35.000 tropas americanas (6 brigadas de combate, mas personal de apoyo), dos divisiones del ejército iraquí (20.000 hombres) y 30.000 funcionarios competentes de la policía iraquí. Eso daría un total de 85.000 efectivos de seguridad, o uno por cada 71 habitantes -- aún por debajo del cociente de Tall Afar, pero muy por encima de donde está hoy.
 
Aunque el ejército norteamericano y el Cuerpo de los Marines están bastante comprometidos (debían haber sido expandidos hace años), aún podrían proporcionar al menos tres brigadas más para Bagdad. Pero las probabilidades de que eso suceda son reducidas. Desde que las tropas norteamericanas entraran en Bagdad en abril del 2003, el principal imperativo del Secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld y sus generales veteranos no ha sido ganar la guerra, sino minimizar la presencia de tropas norteamericanas. Hay motivos legítimos para no ser contundente, pero el resultado es que hay suficientes tropas americanas en Irak (130.000) como para agraviar a los locales, pero no suficientes como para restaurar la ley y el orden.
 
En esas contadas ocasiones en las que los niveles de tropas se han incrementado temporalmente (alrededor de la temporada electoral), ha habido una mejora en la seguridad. Pero Rumsfeld parece decidido a ignorar esta lección. A menos que la administración sopese su aversión dogmática a tener más efectivos sobre el terreno, el nuevo gobierno iraquí lo va a pasar mal para proteger a su gente.