Con determinación hacia el 20 de junio

por Eduardo Mackenzie, 9 de junio de 2010

 

La votación del 30 de mayo evidenció que la hora de la ingratitud y del cinismo no ha llegado a Colombia. La voluntad popular se manifestó con claridad en las urnas, como lo había hecho en las legislativas de marzo: el país agradece y quiere la continuidad de la obra emprendida por el Presidente Álvaro Uribe. La gran distancia que impusieron los electores entre Juan Manuel Santos (46,5% de los votos) y Antanas Mockus (21,5 % de los votos) indica que las confusas experimentaciones propuestas por el candidato verde despiertan más miedo que simpatía.
 
Sin embargo, entre el 9 de abril y el 30 de mayo, las encuestadoras, muchos medios de comunicación y, sobre todo, ciertos editorialistas, trataron de venderle al país la idea de que había una "marea verde" que arrasaría con todo lo existente, que electoralmente todo estaba jugado, que Colombia estaba "cansada" de la política de seguridad democrática y que votaría por alguien que encarnara la "antipolítica".
 
Esa retahíla se regó por el país y llegó a Estados Unidos y Europa. En París, el diario Le Monde, en artículo ditirámbico de una página entera, aseguró que Antanas Mockus encarnaba "la esperanza del cambio". La corresponsal en Bogotá le hizo decir a un vendedor ambulante: "Mockus es tan inteligente que para nosotros es difícil entenderlo". Y para dar una muestra del brillo del profesor-candidato, y de cómo éste concibe "la guerra" en Colombia y la lucha contra "los rebeldes", Antanas aparece allí diciendo: "En la escala de la deshumanización, los 'falsos positivos' son crímenes comparables al fascismo".
 
Sin embargo, el triunfo del ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos permite concluir que para las mayorías colombianas la desviación bastarda que propone Antanas Mockus no es aceptable, y que la percepción que los ciudadanos tienen del asunto de los "falsos positivos", no es la misma que impulsan los demagogos de la oposición. Ese tema fue explotado, como tantos otros, hasta la saciedad, aunque sin rigor ni objetividad, por quienes creyeron que atribuirle al gobierno todos los males del mundo sería rentable.
 
Pues no. No fue así. El elector colombiano no se dejó manipular por la propaganda, ni por las amenazas que venían de Venezuela, Ecuador y Nicaragua. El está mucho más informado ahora, conoce más en detalle lo que ocurre realmente en el país y eso lo blinda, de cierta manera, contra las operaciones abusivas de agitación política.  
 
Los electores tuvieron que luchar contra las sirenas de lo ético. Quien no fuera pro Mockus era indecente, paramilitar y obtuso. A Santos le reprocharon sus gestiones de paz con las Farc en la época de Pastrana, cuando esa línea errada era vista como la más popular y noble. Después cayeron los truenos del juez de Sucumbios, por el ataque al campamento de Raúl Reyes. Luego vinieron las vociferaciones sobre los "falsos positivos", que mostraban a Santos y a Uribe como instigadores y no como quienes le pusieron fin a ese horror. Contra Uribe agitaron las intercepciones telefónicas del DAS, sin decir que el Presidente, por el contrario, había sido víctima de eso. Piedad Córdoba viajó a Venezuela y Europa para recitar las tesis de Hugo Chávez y agitar, ante periodistas escogidos, sus falsificaciones contra Santos, culpable, según ella, de "insistir en la confrontación". Ella no puede admitir la verdad: quienes impulsan la "confrontación" y la matanza de colombianos son las Farc y no la seguridad democrática. 
 
Antanas Mockus recibió el apoyo de Caracas y de Quito y hasta de los comunistas brasileños. Su pretendido ecologismo se desdibuja cada día y detrás aparece una propuesta anti sistema muy opaca. La política de la seguridad democrática incluyó siempre el principio de la legalidad democrática. Mockus, empero, pretende mostrar este último elemento como un descubrimiento suyo, como una piedra filosofal, como un antídoto del uribismo. El error es mayúsculo. ¿Cuántos magistrados fueron encarcelados, o acusados ante el Senado, por el escándalo Tasmania o por no querer elegir el Fiscal General? Ninguno. ¿Cuántos periodistas perdieron el empleo por haber lanzado acusaciones infundadas contra el presidente Uribe? Ninguno. Por el contrario, hubo magistrados enemigos del gobierno que pidieron descaradamente a El Tiempo censurar a varios periodistas.
 
El mockusismo aparece como un socialismo post moderno errático que propone esto: "trabaje menos y gane menos". Es eso lo que impulsan hoy los socialistas franceses, españoles y griegos, tres partidos que llevaron las finanzas de sus países a puntos calamitosos.
 
El llamado de Juan Manuel Santos a la unidad nacional tiene un substrato positivo: la continuidad y el perfeccionamiento del legado uribista. La unidad se hará sobre esa base. La unidad no significa sumar programas diferentes y disonantes y sacar una síntesis. Eso sería un error. Juan Manuel Santos y quienes van a respaldarlo, no ven las cosas así. Probablemente quienes van a llamar a votar por Santos el 20 de junio próximo lo harán sobre la base de que la seguridad democrática seguirá aplicándose como una política de Estado. Esa doctrina no es un capricho, ni una moda pasajera. Ni el país está "cansado" de ella. Todo lo contrario. Es una base segura para el progreso económico y para la paz. Es un tesoro que hay que preservar. Es lo que dijeron los colombianos con su voto el 30 de mayo.
 
 
Eduardo Mackenzie. Periodista, última obra publicada: Les FARC où l’échec d’un communisme de combat. Colombie 1925-2005