¿Estalla Egipto?
(Publicado en La Razón, 1 de julio de 2013)
Entre egipcios y egiptólogos de la actualidad, el mes se ha ido en previsiones, alarmas y estremecimientos de que hoy domingo 30 de Junio el país entero podía, y probablemente lo haría, saltar por los aires. En cierto sentido, ya es poco lo que queda por reventar. Sólo la desecación total del Nilo, del que el país es un don, según Herodoto, la cual ya ha comenzado con la construcción de presas en vecinos de aguas arriba, podría ser un desastre mayor de lo que ha sido la revuelta de febrero del 2011 y la toma de poder por los Hermanos Musulmanes.
El ejército, que era con el odiado Mubarak no la columna vertebral del régimen, sino el régimen mismo, es hoy la institución más prestigiosa, por la que muchos suspiran, con un 73% de aprobación, mientras que de la otrora omnipotente policía, prácticamente invisible e inaudible, el 63% piensan que hace más daño que bien. En cuanto a los hermanos musulmanes, que detentan el poder, no obtendrían hoy más del 20% del voto, si bien hay que decir que lo alcanzaron con un porcentaje no muy superior respecto a la totalidad de los electores, gracias a que la mitad se abstuvieron. Más del 50% de los 84 millones de habitantes viven con escasamente dos dólares diarios –de la sharía no se come-, pero la mayor preocupación para muchos es la extrema inseguridad.
El beneficio de una policía prepotente e impune era un país muy tranquilo y seguro. El enorme Cairo tenía uno de los índices de criminalidad más bajos entre las grandes metrópolis del planeta. Según estadísticas oficiales los asesinatos se han multiplicado por tres en todo Egipto y los robos a mano armada por 12, desde los gloriosos días de la plaza Tahrir. Los secuestros no van a la zaga. El estado ya no es capaz de ejercer el monopolio de la violencia legítima. El único negocio que prospera es el de las compañías privadas de guardias, sin norma legal que las regule ni auténticas garantías, pero no menos proliferan las bandas gansteriles que ofrecen seguridad contra sí mismas y sus rivales, a cambio de extorsión. La gente se organiza por comunidades para defenderse y tomarse la justicia por su mano, a falta de autoridades efectivas a quienes recurrir. No hay una sola carretera segura en el todo el país, dicen camioneros y otros transportistas. Los salteadores dominan grandes tramos. También es floreciente la venta ilícita de armas, muchas robadas a la policía, otras improvisadas. La deriva es a que todo el mundo porte un “hierro”, como dicen los venezolanos, que ya lo practican.
Lo que da tono a la vida política y social es la extrema polarización, que podría convertir la jornada de hoy en un baño de sangre. Choques entre manifestantes en ocasiones anteriores se han saldado con muertos. Los organizadores de la protesta, bajo el lema Tamarod (rebelión) dicen haber recogido más de 15 millones de firmas. Por primera vez todas las oposiciones se han unido, gracias a que no presentan ninguna alternativa.