ETA: partidismo y electoralismo

por Miguel Ángel Quintanilla Navarro, 3 de marzo de 2004

El conocimiento público de la entrevista mantenida por Josep-Lluís Carod-Rovira  con dirigentes de ETA y la posterior declaración de una tregua sólo efectiva en Cataluña, han originado un debate muy ruidoso sobre la conveniencia o no de aludir al asunto en plena campaña electoral. Como resultado, se han puesto en circulación dos conceptos de clara vocación peyorativa, ambos dirigidos contra el Gobierno de la Nación y contra el Partido Popular (PP): partidismo y electoralismo.
 
El uso partidista de algo -por ejemplo del terrorismo- alude a la subordinación de los intereses generales a los intereses del propio partido; el uso electoralista supone un cambio de opinión transitorio y engañoso sólo porque hay elecciones y para obtener en ellas mejor resultado: se oculta lo que de verdad se es para evitar un rechazo del electorado y sólo durante unas semanas.
 
Pero, entonces, ¿a quién es imputable el partidismo y el electoralismo?.
 
Hasta donde sabemos, quien ha abdicado de sus principios para obtener una ventaja partidista  ha sido el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), que para mantener el gobierno depende de un partido que contraviene los principios del socialismo y  ha negociado con ETA más allá de lo único que sería aceptable (y sólo es competencia del Gobierno de la Nación): la entrega de las armas y de los terroristas y su puesta a disposición judicial. La transitividad de la indecencia es cosa discutible, y desde luego  no es igual la responsabilidad de quien se entrevista con ETA y se enorgullece de ello que la de quien lo respalda de hecho. Pero éste es responsable de ese amparo, y ese amparo sólo es explicable porque permite al PSC mantener el poder. Sí se está produciendo un uso partidista de la política antiterrorista -una subordinación del interés general al del propio partido- pero en el PSC.
 
En relación con el electoralismo, difícilmente se puede sostener que el PP ha cambiado de postura sólo porque llegan las elecciones. Si hay un partido que viene diciendo y haciendo lo mismo a lo largo del tiempo (y con magníficos resultados para el bien de todos) ése es el PP. No es electoralista mostrarse tal y como se es. Por el contrario, sabemos de la existencia de un acuerdo verbal que preveía el regreso a la jefatura de las consejerías del gobierno catalán después de las elecciones de quien protagonizó la entrevista con ETA. Esto sí es electoralismo: hacer pasar por real ante el electorado lo que sólo es ficción y engaño, pedir su voto ocultándole información que necesitaría conocer para poder elegir con libertad.
 
De igual modo, la petición que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) realiza al PP para que ignore  y no censure públicamente el partidismo y el electoralismo del PSC  es en sí misma partidista y electoralista, puesto que subordina los principios de la lucha antiterrorista (aceptados y promovidos habitualmente por el PSOE) al mantenimiento de un beneficio del propio partido o de un partido hermano (el gobierno de Cataluña), y además pretende ocultar este hecho para que no repercuta sobre los resultados electorales. Este deseo de ocultar lo ocurrido significa que se sabe lo que el electorado aprecia, pero no se está en condiciones de ofrecérselo.
 
Cuando se constata que el mantenimiento de los principios, el acierto en el diagnóstico de la evolución previsible de ETA y los éxitos de la represión estrictamente policial y judicial del terrorismo etarra benefician al PP (es decir, al electorado, que por eso vota al PP), lo que procede no es acusar a este partido de electoralismo y de partidismo, sino entender de una vez que en esta materia la defensa del interés general es lo único que la mayoría de los electores considera correcto. No tiene sentido abandonar una habitación voluntariamente hasta dejar en ella a un único ocupante y decir luego que éste “patrimonializa” la habitación. Nada impide regresar, nadie ha cerrado la puerta, y la silla que ha quedado vacía puede ser ocupada de nuevo en cualquier momento. Si el PSOE desea obtener votos por su actitud antiterrorista sólo tiene que hacer lo que hace el PP: decir la verdad y serle fiel. Quizás es problema esté en que  en este momento  no pueda o no sepa hacer ni una cosa ni otra.
 
En consecuencia, para responder a si se debe denunciar el uso partidista y electoralista que del terrorismo están haciendo el PSC y el PSOE -entre otros- lo que debemos determinar es:  ¿esa denuncia mejora el conocimiento de las cosas que el electorado puede tener y hace que su voto pueda ser más libre?; ¿sería mejor para los intereses generales que todo esto estuviera oculto, como se pretendía?; ¿han restituido el PSOE o el PSC la supraordenación de los intereses generales a los del partido?; ¿han pedido disculpas al electorado por ocultarle información decisiva para orientar libremente su voto y por revitalizar a ETA con su torpe comportamiento?. Por ahora, y que sepamos, ni se ha producido esa restitución -salvo retóricamente, lo que no es sino otro gesto de electoralismo-  ni se ha pedido perdón por lo que se pretendía hacer. En consecuencia, la denuncia sigue siendo necesaria.