¿Operación Amazonas?

por Eduardo Mackenzie, 27 de abril de 2010

 

Escuché como todo el mundo el número de indignación profunda, casi bíblica, del colega Juan Gossain de RCN, por el asunto de los nuevos descubrimientos respecto de las "chuzadas del DAS". Tal indignación sería aceptable si se tratara, realmente, de un hecho cierto.
 
Sin embargo, hay como un déficit de prueba en el asunto que Juan Gossain presenta. Si entendí bien, uno de sus colaboradores obtuvo unas fotocopias de unos documentos que probarían la existencia de unos planes secretos del DAS contra políticos de la "izquierda democrática". Gossain no duda un momento. Para él esas "fotocopias" son documentos auténticos.
 
Me llama la atención un detalle: no es la Fiscalía la que presenta esos documentos, ni la que dice que esos papeles son genuinos. La aparición de esos textos es anómala: un periodista de RCN recibe unas "fotocopias" (no se sabe si hay originales y quien los tiene) y éste se las pasa a Juan Gossain y éste hace la denuncia.
 
Eso recuerda el cuento del amigo que tenía un amigo, que conocía a alguien que había oído que una persona había cometido un crimen. Así es como esos supuestos documentos son lanzados al escrutinio de los ciudadanos. Juan Gossain decide que son auténticos y que todo el mundo debe mostrar su indignación. Y él va muy lejos. Gossain dijo esto: "Los colombianos tenemos derecho a saber quién fue el que intentó convertir a nuestro país en un Estado de policías y de terroristas del Estado". Es grave hablar así, sobre todo sin tener pruebas de nada.
 
Yo le aconsejaría a Juan Gossain esto: cálmese y reflexione. Si la llamada "operación Amazonas" existió realmente, habría que mostrar no unas frases escritas en un computador, sino explicar cómo se realizó concretamente ese plan. Es decir, mostrar los actos exactos de la llamada operación Amazonas. ¿Dónde están esos hechos? Yo me permitiría sugerir esto: cada uno de esos pretendidos "planes secretos", o cada acción de esos planes, deben ser sacados a la luz. Se nos debe contar cómo esas operaciones tomaron forma, cuándo, cómo y dónde comenzaron, y contra quién o quienes, y cuándo terminaron, si terminaron, y qué efectos concretos produjeron, si efectos hubo. Es decir, cómo y por qué y cómo, concretamente, el DAS, o el anti DAS, ejecutó esos planes.
 
Ahí es donde los autores de esa historia tienen problemas. Pues de eso nadie dice nada. ¿Dónde está, por ejemplo, el acto preciso o la operación específica para demostrar que Horacio Serpa es simpatizante del ELN? Igual respecto de Navarro Wolf. ¿Dónde está la operación objetiva que trató de demostrar que, hoy, el gobernador de Nariño está ligado al narcotráfico? ¿Por qué los interesados no han aportado pruebas al respecto?
 
Estimado colega Juan Gossain: una cosa es que alguien escriba, en gran secreto, unas cuantas líneas sobre un computador, imprima eso en papelería robada al DAS, con los logos oficiales, y otra cosa que eso sea verdaderamente la prueba de una conspiración del DAS, o del gobierno.  
 
Si se examinan los papeles publicados por Juan Gossain uno ve con asombro que en éstos no hay firmas, ni números de consecutivo, ni fechas, ni sellos, ni detalles, ni traza alguna que evoque la conformación de un documento oficial sobre un operativo preciso, ni que permita probar el origen del mismo.
 
Nada indica allí cuándo comenzó el presunto “plan amazonas, por ejemplo, ni cuando terminó, ni qué fases tuvo, ni qué pasos concretos dieron los ejecutores. Si eso era un plan, el plan estuvo muy mal preparado. ¿Era tan abstracto que era irrealizable? ¿Quién puede creer que un plan de tal alcance, puede concebirse, prepararse, ejecutarse así, sin archivos y mediante cuatro frases vacías puestas sobre un papel?
 
¿Quién es tan ingenuo para pensar que un plan clandestino tan sofisticado y vasto, dirigido contra personas del mundo político, dotados de servicios de seguridad más o menos serios, rodeados de asesores inteligentes, puede ser ejecutado sin que queden trazas escritas? ¿Dónde están las órdenes de misión, las instrucciones, las síntesis de las operaciones, las huellas del desembolso de dinero y los otros textos o huellas escritas dejadas por los actores mismos? ¿O es que esa operación se hizo sin pagar un peso y sin escribir una palabra? ¿Las órdenes pasaban de manera oral? ¿Los intermediarios pasaban de memoria las consignas exactas a los operadores? ¿Y grababan en su cabeza los informes de resultado de los ejecutantes? Dudo que ese tipo de actividad se pueda ejecutar así.
 
Resumamos. Las opciones son éstas: hubo un plan real y nació muerto; el plan no existió jamás y alguien lo inventó para aprovechar el ambiente de denuncias contra el DAS; el plan existió pero fue concebido por una célula ilegal del DAS que trabajaba contra esa agencia y contra el gobierno. Todas esas variantes son posibles. La otra posibilidad es ésta: el DAS, su dirección central, concibió esos planes, con el aval del gobierno, o de manera autónoma. En ese caso, hay que presentar las pruebas, de lo uno o de lo otro. Si era oficial las pruebas deben ser muchas y los testigos muchos. Empero, esas pruebas no existen pues Gossain no las muestra. Hasta ahora no hay ni sombra de tales pruebas. ¿Donde están los testimonios? ¿Las confesiones? Seamos serios. En ningún país del mundo, cuatro papeles como los que están circulando en internet (dicen que son 135 páginas confiscadas por la Fiscalía, pero nadie ha mostrado las 135 páginas), encontrados no se sabe dónde, ni cómo, ni por quien, ni redactados por quien, serían tomados en serio.
 
Esos documentos que lanza el colega Juan Gossain, y las conclusiones que lanza, me producen horror. Hasta que se pruebe lo contrario, creo que estamos ante una operación de desestabilización. Yo no niego que en el DAS hubo una célula que cometió graves delitos (me refiero sobre todo al caso del señor García, hoy prófugo y protegido por Chávez). Sí, en el DAS había un grupito (y eso venia desde el gobierno de Andrés Pastrana) que vendía información, que borraba expedientes de narcos y de terroristas, etc. Sí, el DAS debe ser saneado, si no desmontado. Eso es una cosa. Otra cosa es que lo que se predica hoy como salido del DAS, e inspirado por el gobierno, sea cierto.
 
No se puede olvidar que la misma Fiscalía admitió hace unos meses que una parte de los "pinchazos" habían sido ordenados por la misma Fiscalía, no por el DAS y que si hay una víctima de los pinchazos ilegales ese es el presidente Uribe y el ex ministro y periodista Fernando Londoño.
 
Tengo dudas acerca de lo que nos están contando. Recuerdo muy bien un detalle: hace unos meses, el DAS fue allanado por agentes de la Fiscalía. Muchos computadores fueron decomisados. Una semana después, la Fiscalía decía que no había encontrado nada sospechoso. Después, paulatinamente, empezaron los rumores. Un día el senador Gustavo Petro dijo que el DAS lo perseguía. Pero él no mostró documento alguno. Ni dio precisión alguna sobre cómo era la campaña contra él. Solo habló de una actividad del DAS. Ahora aparecen "los documentos".
 
Muy curioso todo eso. Las pretendidas maniobras secretas e ilegales contra los honorables señores Petro y  demás militantes del Polo, caen como anillo al dedo en estos días de campaña electoral. ¿Por qué Juan Gossain no "descubrió" esos papeles antes? Caen muy bien en estos días, cuando la candidatura de Petro se hunde y cuando el Procurador ha anunciado que abrió una investigación respecto de Piedad Córdoba por graves delitos, incluida la traición a la patria. La coincidencia es enorme como para no ver que hay algo raro en todo esto.
 
Si se escucha bien la filípica de Juan Gossain, se ve que la maniobra busca otra cosa: amordazar a todos los periodistas que no tragan entero las imposturas de ciertas oficinas. Se trata de linchar política, jurídica y socialmente a los críticos de Piedad Córdoba, Gustavo Petro, etc., a quienes se trata de presentar ahora como "victimas" de un poder dictatorial y terrorista.
 
Se trata de crucificar no solo al gobierno sino a quienes critican a la oposición, a quienes luchan con la pluma, abiertamente, desigualmente, firmando sus artículos, columnas e investigaciones, contra la potente vanguardia chavista en Colombia.
 
Se trata de realizar una vulgar inversión de la realidad: de mostrar a los jefes del chavismo colombiano como las víctimas, y a los críticos de éstos como los enemigos de Colombia.
 
Alguien está abusando de la buena fe de Juan Gossain. Al gran periodista que es él le faltó esta vez espíritu crítico. La duda es uno de los primeros instrumentos del periodista. El periodista no puede tragar entero ante las apariencias, ni repetir en coro, ni aullar con los lobos. El periodista debe nadar contra la corriente. El periodista que se respete debe dudar primero, examinar, verificar, trabajar el objeto de su investigación, cuantas veces sea necesario, y después hacer las afirmaciones necesarias.
 
Alguien trata sembrar pánico entre los que se atreven a criticar la izquierda marxista, entre quienes se oponen a las bajas maniobras del extremismo político en Colombia. Hay como una mano que quiere amordazar a esos críticos. Hace unos meses, unos magistrados pidieron la cabeza de unos columnistas de El Tiempo. En estos días, algunos blogueros que se expresaban a través del website de El Tiempo fueron expulsados. Alguien está tratando de apagar las voces libres. Alguien está preparando el terreno para organizar juicios populares, en el mejor estilo stalinista, contra los periodistas. Lástima que Juan Gossain se preste a ese obscuro juego.
 
La meta del plan amazonas es claro: quien critique a Piedad Córdoba será mostrado como un actor de ese plan siniestro. Luego todo el mundo debe callar. Todo eso es muy grave. La democracia puede ser muy golpeada si la autocensura se impone. El nuevo embuchado debe ser por eso rechazado. Si lo que cuenta Juan Gossain es cierto que lo demuestre, y rápido, con abundantes pruebas. Si no lo puede hacer, que lo admita. Y que se abstenga de lanzar frases contra el fantasmagórico Estado de policías y de terroristas de Estado. En Colombia ese Estado no existe.
 
 
Eduardo Mackenzie. Periodista, última obra publicada: Les FARC où l’échec d’un communisme de combat. Colombie 1925-2005