Rebeldes sin jefe

por Manuel Coma, 16 de diciembre de 2003

(Publicado en ABC, el 16 de diciembre de 2003)
 
La captura de Sadam Husein se lo facilita todo a los norteamericanos, aunque no sea la solución definitiva de nada. Debilita la guerrilla formada por baasistas, suníes y «yihadistas» (o guerrilleros integristas islámicos) al faltarles el símbolo aglutinador y poner de manifiesto tanto su vulnerabilidad como las capacidades americanas, pero tardaremos todavía algún tiempo en poder medir los efectos del golpe, desconocidos por el momento incluso para ellos mismos.
 
Como sucede con todo régimen personalista el sadamismo sin Sadam es muy poco viable. Y aunque en Oriente Próximo las presidencias de República resultan ser tan hereditarias como las Monarquías, aquí los «príncipes herederos» también han desaparecido.
 
Aunque es casi seguro que no era Sadam Husein quien los dirigía -faltaba el más elemental equipo de comunicación en su refugio y apenas si tenía protección personal armada- y si bien es probable que no conozca detalles organizativos, e incluso es muy dudoso que el detenido esté dispuesto a colaborar con sus captores, los rebeldes no pueden sentirse seguros en adelante. El mismo sistema de compartimentación que protege a la cúpula de los guerrilleros que actúan sobre el terreno -y al conjunto de la organización- de la caída de una unidad de base, aísla a éstas de sus superiores y siembra la intranquilidad respecto a su grado de exposición en caso de un «accidente» por arriba.
 
Al tiempo que están sometidos a esta presión para alterar sus procedimientos y sistemas tienen que dar un do de pecho para levantar la moral de sus partidarios y simpatizantes y demostrar que siguen siendo un factor decisivo de la situación. Para demostrar que nada ha cambiado, necesitan algún atentado espectacular, probablemente de los que tienen por protagonistas a los fanáticos extranjeros que se inmolan por razones religiosas.
 
Por su parte, los americanos tratarán de explotar el éxito, fruto de una manifiesta mejora de sus capacidades de inteligencia que se estaba ya haciendo perceptible en las últimas semanas. De la colisión de esos dos movimientos cabe esperar en los próximos días un brote de violencia especialmente intenso seguido de una nueva caída de la efectividad de las acciones terroristas.